Emociones y tratamientos de reproducción asistida

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Cuando a una mujer o a una pareja se les da un diagnóstico de infertilidad, son muchas las emociones que surgen y más cuando empiezan los tratamientos de reproducción asistida, muchas de estas emociones son negativas. Hablamos con Cristina López López, psicóloga de IVI Madrid y coordinadora del grupo de interés psicológico de la Sociedad Española de la Fertilidad (SEF) sobre cómo manejar estas emociones y aprender a gestionarlas de cara a los tratamientos de reproducción asistida.

 

Emociones y tratamientos de reproducción asistida

Como veis, vamos a seguir hablando de psicología, porque otra de las cosas de las que me habló Cristina López López, psicóloga de IVI Madrid y coordinadora del grupo de interés psicológico de la Sociedad Española de la Fertilidad (SEF), fue de las emociones en los tratamientos de reproducción asistida.

Ya hemos hablado de lo importante que es cuidar la salud mental cuando a una mujer o a una pareja que esta buscando un embarazo se le diagnostica infertilidad; afortunadamente, cada vez hay mayor conciencia social y son muchas las pacientes que ya cuentan con apoyo emocional antes de ir a una clínica, y como ellas mismas dicen, esto les ayuda en la forma de afrontar los tratamientos, pero muchas otras llegan a los centros de fertilidad sin haber asimilado todavía el diagnóstico y con sentimientos de culpa o de frustración por no quedarse embarazadas.

 

Pregunta: ¿Qué tipo de emociones suelen sentir las pacientes?

Respuesta: Las emociones son procesos psicológicos que tienen un papel adaptativo cuándo interpretamos una  situación como amenaza. Las emociones que sentimos ante lo que estamos viviendo está en función de cómo percibamos la situación y las habilidades de gestión emocional que tengamos.

Las emociones son diferentes dependiendo el momento del tratamiento en el que se encuentren. Hay  que tener en cuenta que el hecho de tener que acudir a reproducción asistida para poder cumplir con  nuestro deseo de ser madre, ya conlleva cambios importantes que, en su gran mayoría son estresores que se suman, siendo los más relevantes a nivel económico, a nivel físico y sobre todo a nivel emocional.

Las pacientes suelen percibir los tratamientos como una amenaza para conseguir su sueño. La pérdida de control que sienten se ve reforzada ante muchas variables, como la cantidad de información de aspectos desconocidos que reciben, la administración de medicación que no es agradable o controlar  las expectativas de tener buenos resultados. Pueden sentir indefensión ante la sensación de que no  pueden hacer nada por ellas mismas y tienen que fiarse de personas ajenas para cumplir su sueño.  Esta percepción tiende a que muchas pacientes busquen el control de la situación modificando actividades o situaciones cotidianas como cambiar la alimentación, dejar de hacer deporte, no salir en  exceso… con la idea de que pueda contribuir a un mayor éxito.

Cuando los tratamientos terminan en resultados negativos, las emociones son mucho más difíciles de   gestionar, siendo la rabia, la culpa, el miedo a no conseguirlo nunca o tristeza las más recurrentes.

También hay que mencionar los duelos que se viven en muchas situaciones, que contienen mucho dolor, desesperanza y rabia y que, incluso, hacen sentir la necesidad de abandonar.

 

Pregunta: ¿Cuáles son las recomendaciones básicas, a nivel emocional, que necesita una mujer o una pareja que acude a un centro de fertilidad porque no consigue quedarse embarazada de forma natural?

Respuesta: Lo primero es aceptar la situación, es decir, ser capaz de aceptar con naturalidad las emociones que puedan ir surgiendo, sin culparse, ayuda a superar sentimientos como la frustración, la tristeza y el  miedo.

Ser positivos dentro del realismo. Es importante tener la información suficiente para gestionar las expectativas y confiar en el equipo médico, del mismo modo que es también importante tener respuesta a todas nuestras dudas.

Apoyarse en la pareja, red familiar o social. La comunicación es esencial, así como la empatía y poder compartir los procesos con nuestro entorno más cercano.

Seguir con nuestras rutinas diarias. No se debe de dejar de hacer aquello que nos hace sentir bien como es hacer deporte, viajar, salir con amigos o seguir con nuestra alimentación habitual, siempre  y cuando no tengamos contraindicación médica.

Acompañamiento psicológico. Es importante poder acudir a la unidad de psicología y buscar un profesional que nos ayude a gestionar y nos acompañe en este proceso.

 

Pregunta: Hay estudios que indican que la idea de no poder ser madre influye negativamente en la autoestima de la mujer, en su feminidad, en el entorno laboral o que podrían arruinar su relación de pareja. ¿Cuáles  son los motivos que causan el poder sentirse así a la mujer?¿Se sigue vinculando el éxito de una mujer a su capacidad reproductiva?

Respuesta: Para entender los motivos por los que una mujer afronta este proceso negativamente nos tenemos que remontar a cómo socialmente o culturalmente se nos ha educado. Desde que somos pequeñas, siempre se nos decía el gran potencial que teníamos para ser madres, que era algo innato en nosotras,  y además, durante los primeros años de nuestra juventud y etapa adulta, era un factor que teníamos que controlar porque podía perjudicar a otras áreas de nuestra vida, como el tema laboral, por ejemplo. Para ello, se nos proporcionaba muchos métodos que nos permitían tener el control de “ese poder”, como pueden ser los múltiples anticonceptivos,  como el preservativo, la pastilla anticonceptivas, el DIU, etc…

Cuándo llega un momento de nuestra vida que decidimos que es el mejor momento para ser madres y poder usar ese don que tenemos, ocurre la circunstancia de que no se da con la misma inmediatez que pensábamos. En este mismo momento, una mujer siente que ha perdido el control de algo innato en  ella, y que aparentemente era fácil de conseguir. Por supuesto que esto afecta a la autoestima y a la integridad como mujer, porque una mujer siente que no vale para lo que se esperaba de ella. En  muchas ocasiones, el sentimiento de culpabilidad es evidente.

La pérdida de control y el anhelo de conseguir algo que para ti es importante, hace que una persona empiece a sentir nerviosismo, pensamientos negativos y sobre todo, entrar en un bucle de cómo puedo conseguir mi objetivo y qué puedo cambiar yo para poder conseguirlo. De ahí viene que empecemos a centrar este objetivo, que empieza a estar fuera de nuestro control, como el foco principal de nuestras vidas, dejando en una segundo o tercer plano muchas de las cosas que componen nuestro  entorno social, familiar o laboral.

También hay que decir que el ser madre cumple con un rol importante como es el reconocimiento social  o familiar. En muchos casos, la pareja se ve resentida porque afecta al equipo y el ser madre entra dentro del  proyecto de pareja por lo que también se percibe ese sentimiento de fracaso.

El papel de la pareja es muy importante en este proceso. Es muy importante que se tengan bien asentadas las bases de comunicación, apoyo, empatía… La pareja tiene un papel a veces de indefensión, porque siente que no puede hacer nada por ella, pero también sufren mucho porque su condición de paternidad también se ve afectada y, con frecuencia no reciben la misma presión que la mujer.

¿Hay relación entre la estimulación ovárica y el cáncer?

Chica pensando

Hay determinados bulos difíciles de eliminar. Uno de los más extendidos en reproducción asistida habla sobre la relación entre estimulación ovárica y cáncer. A pesar de que hay varios estudios que aseguran que no existe ninguna relación entre la estimulación ovárica y el cáncer, muchas mujeres tienen miedo a someterse a tratamientos que requieran estimulación ovárica por miedo a desarrollar un tumor.

El otro día estaba tomando café con un grupo de amigas y vino también la prima de una de ellas. Quería saber nuestra opinión sobre la congelación de óvulos y puso sobre la mesa un tema que yo creía más que superado, pero algunos bulos son difíciles de parar: ¿hay relación entre la estimulación ovárica y el cáncer?, preguntó. Nos dijo que consultó a su ginecóloga y que le dijo que no había riesgo, pero que, aun así, como había oído hablar del tema, le daba miedo.

Ella tiene 30 años, por ahora no tiene la intención de ser madre, pero no descarta serlo en un futuro, por lo que se está planteando preservar su fertilidad. Ella tiene toda la información, algunas de sus amigas han sido madres a través de la fecundación in vitro, y, como nos dijo, ha consultado con su ginecóloga, pero se fía más de lo que oye por ahí que de la evidencia científica… Y claro, yo me pregunto, ¿cuántas chicas habrá como ella? Chicas que saben que quieren ser madres en un futuro pero que tienen miedo a congelar sus óvulos por habladurías sin fundamento…

Hay varios estudios en los que se evalúa si la estimulación ovárica aumenta el riesgo de desarrollar un cáncer ginecológico (de mama, endometrio, ovario y cuello uterino). Ya sabemos que esta estimulación es necesaria para realizar tratamientos de reproducción asistida, ya sea para la congelación de óvulos como para someterse a una fecundación in vitro. Todos ellos coinciden en que no hay vinculación entre estimulación ovárica y cáncer.

Investigando un poco por internet he encontrado bastante información al respecto, y todo lo que he leído llega a la misma conclusión, los tratamientos de fertilidad no aumentan las posibilidades de desarrollar un cáncer ginecológico. Ya sé que vais a decirme que internet no es un buen sitio para buscar información, y menos médica, lo cual es cierto en parte; en Internet hay mucha información errónea, pero hay que saber buscar, y sólo hay que fiarse de fuentes médicas acreditadas, y eso he hecho. En este artículo, publicado en la web de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica (ASCO por sus siglas en inglés), se resumen, en un lenguaje cercano, los estudios que se han hecho al respecto, resolviendo todas las dudas que puedan surgir sobre la vinculación entre tratamientos de fertilidad y cáncer.

En primer lugar, hay que recordar que muchos cánceres ginecológicos están vinculados con las hormonas, de ahí que el bulo se haya extendido como la pólvora, pero esto no quiere decir que la estimulación ovárica sea la causante de la aparición de un tumor. Tampoco hay evidencias que indiquen que las mujeres que han pasado un cáncer de mama y que reciben estimulación ovárica para intentar quedarse embarazadas tengan más riesgo de que se reproduzca el tumor[1].

Sobre lo que si hay estudios es sobre la posible vinculación entre infertilidad y cáncer, ya que muchas de las enfermedades subyacentes que causan esta infertilidad pueden aumentar el riesgo de desarrollar un tumor[2].

Sabéis lo insistente que soy con la información; cuanto más conocimiento y más datos tengamos podremos tomar mejores decisiones, y esto es especialmente importante en el caso de la salud. Por eso me cuesta entender que en 2023 haya mujeres que tomen decisiones que van a condicionar, y mucho, su vida, basándose en cosas que “oyen por ahí.”

Recordad, ante la duda, lo mejor es siempre consultar con un profesional sanitario, que nos informará, desinteresadamente, de los posibles riesgos de someternos a cualquier tipo de intervención, con datos fiables y basándose en la evidencia científica. Y, por si a alguien le queda alguna duda, la congelación de óvulos no disminuye la fertilidad, ni la reserva de óvulos ni adelanta la menopausia, ya que es un procedimiento por el que se recogen los óvulos que se perderían en una menstruación, de ahí la importancia de hacerlo antes de los 35 años, porque la calidad de estos disminuye a partir de esa edad, pero esto ya os lo sabéis…

[1] https://www.cancer.org.au/clinical-guidelines/cancer-fertility-preservation/options-for-treatment/ovarian-stimulation

[2] https://med.stanford.edu/content/dam/sm/urology/JJimages/publications/Risk-of-cancer-in-infertile-women-analysis-of-us-claims-data.pdf

Algunos datos sobre infertilidad que no nos contaron en su momento

La infertilidad esta, poco a poco, dejando de ser un tema tabú y cada vez hay más mujeres que hablan abiertamente de sus problemas a la hora de quedarse embarazada. Hoy os quiero recordar algunos datos sobre infertilidad que no nos contaron en su momento, porque con información se pueden tomar mejores decisiones.

Septiembre es el mes de los inicios por excelencia, en mi caso lo es más que enero casi; es la vuelta al cole, la vuelta a la rutina para los niños y sus familias, pero también lo es para los que no tenemos hijos, ya que agosto, hayamos disfrutado o no de vacaciones, supone un parón, o al menos un freno, en nuestras rutinas diarias. Por eso me parece un buen mes para recordaros algunos datos sobre infertilidad que no nos contaron en su momento, para que cada mujer en edad fértil, este pensando o no en ser madre, tenga toda la información necesaria para tomar mejores decisiones.

Hablando con un grupo de amigas, algunas han sido madres gracias a la reproducción asistida, otras de forma natural, otras lo están intentando y alguna no quiere serlo, en lo que coincidimos todas es en que, si hubiéramos sabido con 25 o 30 años lo que sabemos ahora sobre la infertilidad, habríamos actuado distinto, desde pedir un simple test de fertilidad, donde se mide la reserva ovárica, o haber optado por congelar nuestros óvulos. La mayor parte de nosotras coincidimos en que el tema de la maternidad y de la fertilidad no es un tema que saque el especialista, por lo que, o tienes información de fuera, o piensas que no debe ser tan complicado quedarse embarazada.

Los años pasan, y creemos que es cuestión de ponerse y tener un poco de paciencia, pero no, y menos a partir de 35 años. Hay una gran cantidad de factores, además de la edad, que dificultan un embarazo, desde una endometriosis, una baja reserva ovárica, el Síndrome de ovario poliquístico o una obstrucción de las Trompas de Falopio, por nombrar algunas. Patologías que pasan en muchas ocasiones desapercibidas o que se manifiestan a través de un dolor que asumimos como normal por el hecho de ser mujeres y tener la menstruación.

Estamos acostumbrados, desde hace algunos años, que las tasas de natalidad sean cada vez más bajas; España ocupa un triste segundo puesto, por detrás de Italia, con el índice de natalidad más bajo, con 1,19 hijos por mujer en 2021, es decir, por cada 1.000 habitantes se dan 7,12 nacimientos. Los motivos por los que la natalidad sea tan baja son básicamente sociales, inestabilidad económica, inestabilidad y precariedad laboral, difícil acceso a una vivienda, o muchos otros factores que finalmente pueden derivar en un problema médico, ya que, cuando una mujer se plantea ser madre, lo hace más allá de los 35 años, cuando empiezan a surgir los primeros problemas de infertilidad.

Una de las cosas más importantes que debemos saber es que una mujer nace con un número de ovocitos limitados , no producirá más a lo largo de su vida, y en cada ovulación va perdiendo hasta llegar a la menopausia. La biología es inteligente, y cada mes, el ovario prepara los mejores óvulos para ser fecundados, esto quiere decir que los óvulos de una mujer con 30 años van a ser mejores que sus óvulos con 10 años más. Por ejemplo, una mujer con una baja reserva ovárica (es la cantidad de ovocitos que quedan en el ovario en un momento concreto) diagnosticada a los 25 años, está a tiempo de congelar sus óvulos y poder usarlos, si es que quiere, en el momento en que lo considere adecuado, pero si no conoce ese dato e intenta ser madre más adelante, igual se encuentra con problemas. Pero no solo una mujer con baja reserva ovárica; los óvulos que tenemos con 30 años son mejores que los que tenemos con 40 años, no me cansaré de repetirlo, y a la hora de buscar un embarazo con estos óvulos, la edad a tener en cuenta es la edad a la que fueron congelados, no la edad que tienes cuando los utilizas, por lo que, y esto es matemáticas, las posibilidades de quedarte embarazada son más altas.

Este es solo un ejemplo, pero las clínicas de fertilidad están llenas de mujeres mayores de 35 años que no consiguen quedarse embarazadas y para las que el proceso sería más rápido si hubieran congelado sus óvulos con anterioridad.

Afortunadamente hay algo de conciencia en la sociedad sobre el tema, muchas famosas han alzado la voz reconociendo que no pudieron cumplir su deseo de ser madres porque estaban volcadas en su trabajo y cuando lo intentaron, era demasiado tarde… Cada vez, sobre todo en redes sociales, hay más mujeres que cuentan que han congelado sus óvulos porque quieren preservar su fertilidad y muchas otras hablan de cómo están viviendo su tratamiento de reproducción asistida o su diagnóstico de infertilidad. Todas ellas coinciden en una cosa, “ojalá lo hubiera sabido antes”, porque en la maternidad el reloj no corre a nuestro favor, y cuanto antes conozcamos el problema más fácil será atajarlo.

Cada año son más las mujeres que se hacen un estudio de fertilidad mucho antes de querer ser madres, por lo que pueda pasar, pero, teniendo en cuenta que lo recomendable es que las mujeres nos hagamos un chequeo ginecológico una vez al año, no estaría de más que los especialistas nos recomendaran este tipo de pruebas, para no llevarnos sustos a la hora buscar un embarazo de forma natural.

Aunque hemos avanzado mucho en los últimos años, aún hay mucho que hacer, no me cansaré de repetirlo, la información es poder, pero esta información no llega siempre a quien lo necesita; es labor de todos, de profesionales, de compañeras de trabajo, de conocidas, de amigas y de familiares, hablar abiertamente sobre la fertilidad y la infertilidad, para que una mujer pueda tomar decisiones cuando aún está a tiempo y no ver truncado su sueño de ser madre por no haber tenido la información necesaria.

Hablando abiertamente de la Maternidad y la Infertilidad

Libro SamantaEn “Madre hay más que una” Samanta Villar habla abiertamente de la maternidad y la infertilidad, de su paso por los tratamientos de reproducción asistida hasta convertirse en madre de mellizos, y desmitifica la imagen idílica que se tiene en la sociedad sobre la maternidad.

Todos hemos oído mil y una veces eso de “madre no hay más que una”, y hoy os vengo a hablar justo de lo contrario, de “Madre hay más que una” un libro de Samanta Villar donde relata, en primera persona, cómo fue su maternidad. Afortunadamente, cada vez son más las mujeres que hablan abiertamente de una maternidad “no tan idílica” como nos la venden, así como de la infertilidad, y libros como este son de gran utilidad.

Además, en el caso de Samanta Villar, se juntó su edad, cuando decidió ser madre era “demasiado mayor”, con un problema de infertilidad. En su caso, con 41 años y tras 4 largos años, consiguió ser madre de mellizos gracias a una donación de óvulos.

Y yo me pregunto, ¿y si hubiera decidido congelar sus óvulos cuando estos aún eran fértiles? Probablemente su camino hacia la maternidad habría sido algo más corto y sencillo, además de menos costoso. Nos sigue faltando información, y la información, como digo siempre, es poder. Estoy segura de que muchas mujeres habrían congelado sus óvulos de haber conocido esta opción, y más si hubieran sido conscientes de cómo va disminuyendo su fertilidad a partir de los 35 años.

Samanta Villar piensa y dice lo que muchas mujeres pensamos y no decimos, que ojalá nos hubieran informado de que nacemos con un número de óvulos limitado, y de que las probabilidades de lograr un embarazo de forma natural se reducen a partir de los 35 años, pero que nos lo dicen poco, y que muchas mujeres no son conscientes de que su capacidad reproductiva tiene límites, pero que, gracias a la ciencia, podemos ganar tiempo a nuestro reloj biológico.

La infertilidad o esterilidad es una enfermedad que afecta al 17,5% de los adultos en todo el mundo, lo indica la OMS en un informe publicado en abril de este mismo año. Uno de los factores de esta incidencia es la edad de la maternidad, y España es uno de los países europeos en los que las mujeres tienen su primer hijo más tarde, la media se sitúa en 33 años. Los factores por los que la edad de la maternidad se va retrasando son principalmente sociales; la mayoría de mis amigas no ha tenido una estabilidad económica hasta bien cumplidos los 30, y con unos sueldos algo ajustados, el acceso a la vivienda tampoco es fácil para los jóvenes y podría decir que encontrar una pareja con la que formar una familia es cada vez más difícil, y hay muchas mujeres que no se plantean ser madres sin tener pareja.

Hoy os recomiendo este libro porque cuenta, en primera persona y sin tapujos, todo el proceso que vivió antes de que nacieran sus hijos, habla abiertamente de la infertilidad, un tabú para muchas mujeres, acompañado, en muchas ocasiones, de un sentimiento de culpa. Leyéndola eres consciente de lo que siente y piensa una mujer que está intentando quedarse embarazada; ya que detalla desde su diagnóstico de infertilidad hasta el momento del parto, pasando por el duelo de una pérdida, los altibajos emocionales, además de testimonios de otras mujeres o parejas que han recurrido a la reproducción asistida para formar una familia.

En un lenguaje cercano y natural nos habla de términos tan científicos como la hormona antimulleriana, los folículos o la reserva ovárica, términos habituales en una consulta de fertilidad pero que suenan a chino la primera vez que los escuchas, términos que estaría bien haber escuchado antes.

Fuera de las polémicas que generó el libro, relacionadas con más bien con el post parto, que ella califica como un tsunami, yo me quedo con la parte de la gestación, y de los aprendizajes que se pueden sacar de aquí.

Las mujeres que han pasado por un tratamiento de reproducción asistida se sentirán identificadas, sin duda, pero no solo ellas, creo que este libro puede ayudar a que las mujeres nos tomemos más en serio la fertilidad, y no solo desde el momento en que deseamos ser madres, sino antes, pidiendo pruebas, tan sencillas como una analítica o una ecografía, antes de que nuestro reloj biológico nos avise.

Y para despedirme me quedo con un mensaje que la autora quiere transmitir a todas las mujeres o parejas que están pasando por un tratamiento de reproducción asistida, y es la intentar vivirlo lo más en paz posible y sin ansiedad.

 

El miedo a la infertilidad influye en la autoestima

Recientemente ha salido publicado el II Informe de Bienestar de la Mujer de Gedeon Richter, elaborado tras una encuesta realizada a 7.000 mujeres entre 16 y 59 años (entre 29 y 45 años en los temas de fertilidad) en varios países europeos, entre ellos España. Uno de los datos que más me ha llamado la atención es que el 49% de las encuestadas reconoce que el miedo a la infertilidad influye negativamente en la autoestima, y un 48% indica que además influye de forma negativa en su feminidad.

La publicación de este informe coincide con el Mes de Fertilidad, que se celebra en junio, ya que el día 4 es el Día Mundial de la Fertilidad, una iniciativa de la ASRM (la sociedad americana de fertilidad) cuyo objetivo es crear conciencia sobre una enfermedad que afecta a 48 millones de parejas y 186 millones de personas en todo el mundo, según los últimos datos de la OMS. La infertilidad es una enfermedad que, cuando tiene que ver con la edad de la mujer exclusivamente, se puede subsanar si somos previsoras, congelando nuestros óvulos.

El informe destaca los miedos relacionados con la infertilidad, miedo a que cause depresión, a que influya en el rendimiento laboral, a arruinar la relación de pareja, a condicionar la vida sexual, que están causados, en parte, por la idea generalizada de que una mujer se quedará embarazada cuando quiera, lo que hace que cuando se detecta un problema de infertilidad, en muchas ocasiones sea tarde. Si en una consulta rutinaria con nuestro especialista en ginecología nos hacemos un test de fertilidad, y nos informan, por ejemplo, de que nuestra reserva ovárica es más baja de que lo que debería por nuestra edad, podríamos tomar alguna decisión en caso de que quisiéramos ser madres, podríamos congelar nuestros óvulos antes de que nuestra reserva ovárica disminuyera.

Como siempre, la información es necesaria, y nos evitaría muchos de estos miedos; miedos que, además, están condicionados por una sociedad en la que la infertilidad masculina es más tabú aun que la femenina, por lo que, en muchos casos, es la mujer la que se considera responsable cuando el embarazo no llega. Las mujeres tenemos que admitir que el tic tac del reloj biológico impacta en nosotras, que no siempre nos encontramos listas para ser madres- por la razón que sea- cuando realmente podemos, según nuestra propia naturaleza.

Tener un plan de vida profesional, social y familiar no debe implicar sacrificar la maternidad o exponernos a ello por retrasarla, y muchas veces generarnos miedos que condicionan nuestro día a día. No estaría de más realizar, en alguna de nuestras revisiones, una prueba de fertilidad, con independencia de cuál sea nuestra situación profesional o social. Este test consiste en el análisis cuantitativo de la Hormona Antimulleriana (AMH), para estimar la cantidad de óvulos fértiles que tenemos cada una de nosotras, es decir, la cantidad de óvulos fértiles que tenemos, algo que es clave para conseguir un embarazo. Todas estas pruebas y procesos son fáciles, sin apenas molestias- no más allá de una regla un poco dolorosa, en su caso-. Seguramente tener esta información nos va a ayudar muchísimo a la hora de decidir qué hacer en el futuro y nos ayudaría a quitarnos los miedos de la temida infertilidad, que, en muchas ocasiones, son infundados.

Aprovechando el mes de la fertilidad, y ahora que tenemos claro lo importante que es tener información sobre nuestra fertilidad para evitar vivir con miedo por lo que pueda pasar, quiero compartir con vosotros algunos conceptos que no está de más tener presentes.

1.- La infertilidad es una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de la Salud. Los datos son contundentes. Uno de cada 6 adultos sufre infertilidad. La OMS dice que es urgente facilitar a estas personas el acceso a tratamientos de fertilidad.

2.- Se considera infertilidad y se aconseja acudir a un especialista al no conseguir un embarazo tras un año de relaciones sexuales frecuentes sin utilizar métodos anticonceptivos, y seis meses si la mujer tiene más de 35 años.

3.- En el caso de las mujeres, uno de los factores que ocasiona la infertilidad es la edad. Ya hemos comentado en otras ocasiones este factor, pero hay que seguir insistiendo sobre ello, porque en el caso de que este sea el motivo que provoca la infertilidad en la mujer, podemos ponerle remedio con la congelación de nuestros óvulos. Las mujeres nacemos con una cantidad de ovocitos fija, el cuerpo no genera más a lo largo de nuestra vida. Estos ovocitos se encuentran en fase latente en el ovario y comienzan su maduración tras la pubertad. En cada ciclo menstrual, un grupo de folículos comienza su maduración y diferenciación para convertirse en un folículo maduro, del que saldrá un ovocito, que puede ser fecundado o no. Si esto no sucede, este óvulo, junto a los folículos que no consiguen una ovulación, desaparecen. Así que cada una de nosotras va perdiendo una cantidad de folículos que traemos de nacimiento en cada menstruación hasta llegar a la menopausia.

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