Me alegra que se trate abiertamente sobre este tema, porque, aunque es verdad que cada vez hay más preocupación por la salud mental, cuando hablamos de infertilidad todavía queda mucho por hacer. Hemos hablado con Cristina López López, psicóloga de IVI Madrid y coordinadora del grupo de interés psicológico de la Sociedad Española de la Fertilidad (SEF) sobre la importancia de la atención psicológica cuando se ha dado un diagnóstico de infertilidad o cuando se está llevando a cabo un tratamiento de reproducción asistida.
Pregunta: Desde hace unos años hay una creciente preocupación por la salud mental, ¿esto se ha visto también reflejado en la reproducción asistida?, ¿se presta más atención desde el punto de vista emocional a las pacientes?
Respuesta: Hemos atravesado recientemente una pandemia, donde ha dejado en evidencia la vulnerabilidad que tiene el ser humano. Hemos experimentado cómo pueden ocurrir sucesos y situaciones desagradables en cuestión de minutos y, sobre todo, sin esperarlos. Venimos de generaciones que no han tenido habilidades emocionales para afrontar situaciones de crisis y de ahí que muchas personas hayan tenido que pedir ayuda para afrontar estos momentos y se ha visto más patente la importancia de la salud mental.
Empezar un proceso de reproducción asistida hace sentir a los pacientes este sentimiento de vulnerabilidad y pérdida de control constante. El apoyo emocional siempre ha sido un recurso necesario, pero sí que hemos visto un aumento en las consultas de psicología en los últimos años. Cada vez son más las clínicas que cuentan con apoyo emocional y el personal sanitario es más consciente de que ofrecer acompañamiento en los tratamientos de reproducción asistida ayuda a que los pacientes perciban de manera más saludable todos los procesos que puedan darse, así como adquirir estrategias emocionales para afrontar muchas de las situaciones como malas noticias.
Pregunta: ¿Qué tipo de apoyo psicológico sería el ideal para la paciente?
Respuesta: Cuándo las pacientes empiezan un tratamiento de reproducción asistida se les puede ofrecer la ayuda psicológica pero no todas están receptivas a cogerla, ya sea porque no lo ven necesario o creen que tienen habilidades suficientes para afrontarlo. Es muy importante respetar este proceso y en qué momento se encuentran.
El apoyo ideal sería aquel que puede ofrecerse desde el inicio de un tratamiento. Es fundamental poder preparar a las pacientes al proceso que van a comenzar, explicarles el proceso emocional que se da en reproducción asistida y sobre todo, porque se sienten así. Muchas de ellas se sienten que esto sólo les está pasando a ellas y es importante que aprendan que su malestar, o cómo están percibiendo esta situación es muy similar al resto de mujeres.
Es un proceso dónde se tienen que gestionar muy bien las expectativas de éxito y de fracaso, trabajar la paciencia en los tiempos de espera y algo básico, la confianza en el equipo médico. Nos vamos a someter un tratamiento médico dónde habrá muchas pruebas y resultados médicos que pueden variar en tiempo y no darse con la rapidez y resultados que esperamos.
El apoyo emocional es muy importante en distintas fases del tratamiento:
El apoyo emocional es fundamental para poder ayudar a gestionar mejor un tratamiento de fertilidad y dar estrategias de cómo poder llevarlo mejor utilizando los recursos que tenemos en nuestra vida y que en este proceso los dejamos en un segundo plano. También ayudamos a los pacientes en tema colaterales como la relación de pareja o las habilidades emocionales de ellos ante las diversas situaciones que se dan.
Pregunta: ¿Pesa mucho sobre la relación de pareja la infertilidad?
Respuesta: La noticia impacta en los dos miembros de la pareja, aunque físicamente afecte generalmente más al miembro femenino. En estos casos, y especialmente cuando el origen del problema es solo de uno, la relación de pareja debe cuidarse especialmente. El formar una familia es un proyecto común, de un equipo y ante las situaciones que no esperábamos, es normal que ambos miembros no sepan gestionar este carrusel de emociones. Es muy importante que se tenga bien asentada las bases de comunicación, apoyo, empatía… Cuando es uno de los dos quien puede dificultar ser padres es muy normal que aparezcan sentimientos de culpa o que no es suficiente para la otra persona. Es muy importante la comunicación en este proceso. El poder expresar lo que sentimos o cómo nos afecta en cada momento es crucial para que la pareja no se vea dañada. Muy importante no olvidarse de nuestro rol de pareja, seguir teniendo momentos juntos y sentir que tenemos esos momentos de escape con nuestra pareja en estos momentos duros.
Pregunta: ¿Qué consejo le darías a una mujer o una pareja a la que acaban de diagnosticar infertilidad y que va a comenzar un tratamiento de reproducción asistida?
Respuesta: Les aconsejaría tener confianza. Ninguna pareja o mujer ha deseado reproducirse en reproducción asistida ni es algo que hayan elegido, por eso tenemos que aceptar pedir ayuda. Muy importante confiar en el equipo médico que nos van a ayudar y confiar en nuestro cuerpo, que,
aunque no haya podido responder de forma natural, la medicina puede ayudar a ello.
Muchas de las pacientes, ante la pérdida de control y ante la necesidad de tener respuestas a lo desconocido, buscan reiteradamente casos o testimonios en internet que les haga
tener una percepción de que “todo va a ir bien”. Esto es un error porque, aunque encontremos un
reforzador positivo a corto medio plazo, nos retroalimentar negativamente. Cada mujer es distinta y
cada tratamiento afecta a la mujer de forma distinta, por lo que es muy importante preguntar todas esas dudas al equipo médico antes que refugiarnos en casos que no conocemos al 100%.
Recomiendo poder llevar estos procesos con ayuda emocional. Visitar la unidad de psicología es
importante para poder gestionar todos esos procesos y habilidades emocionales para que nos afecten
lo menos posible.
El otro día estaba tomando café con un grupo de amigas y vino también la prima de una de ellas. Quería saber nuestra opinión sobre la congelación de óvulos y puso sobre la mesa un tema que yo creía más que superado, pero algunos bulos son difíciles de parar: ¿hay relación entre la estimulación ovárica y el cáncer?, preguntó. Nos dijo que consultó a su ginecóloga y que le dijo que no había riesgo, pero que, aun así, como había oído hablar del tema, le daba miedo.
Ella tiene 30 años, por ahora no tiene la intención de ser madre, pero no descarta serlo en un futuro, por lo que se está planteando preservar su fertilidad. Ella tiene toda la información, algunas de sus amigas han sido madres a través de la fecundación in vitro, y, como nos dijo, ha consultado con su ginecóloga, pero se fía más de lo que oye por ahí que de la evidencia científica… Y claro, yo me pregunto, ¿cuántas chicas habrá como ella? Chicas que saben que quieren ser madres en un futuro pero que tienen miedo a congelar sus óvulos por habladurías sin fundamento…
Hay varios estudios en los que se evalúa si la estimulación ovárica aumenta el riesgo de desarrollar un cáncer ginecológico (de mama, endometrio, ovario y cuello uterino). Ya sabemos que esta estimulación es necesaria para realizar tratamientos de reproducción asistida, ya sea para la congelación de óvulos como para someterse a una fecundación in vitro. Todos ellos coinciden en que no hay vinculación entre estimulación ovárica y cáncer.
Investigando un poco por internet he encontrado bastante información al respecto, y todo lo que he leído llega a la misma conclusión, los tratamientos de fertilidad no aumentan las posibilidades de desarrollar un cáncer ginecológico. Ya sé que vais a decirme que internet no es un buen sitio para buscar información, y menos médica, lo cual es cierto en parte; en Internet hay mucha información errónea, pero hay que saber buscar, y sólo hay que fiarse de fuentes médicas acreditadas, y eso he hecho. En este artículo, publicado en la web de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica (ASCO por sus siglas en inglés), se resumen, en un lenguaje cercano, los estudios que se han hecho al respecto, resolviendo todas las dudas que puedan surgir sobre la vinculación entre tratamientos de fertilidad y cáncer.
En primer lugar, hay que recordar que muchos cánceres ginecológicos están vinculados con las hormonas, de ahí que el bulo se haya extendido como la pólvora, pero esto no quiere decir que la estimulación ovárica sea la causante de la aparición de un tumor. Tampoco hay evidencias que indiquen que las mujeres que han pasado un cáncer de mama y que reciben estimulación ovárica para intentar quedarse embarazadas tengan más riesgo de que se reproduzca el tumor[1].
Sobre lo que si hay estudios es sobre la posible vinculación entre infertilidad y cáncer, ya que muchas de las enfermedades subyacentes que causan esta infertilidad pueden aumentar el riesgo de desarrollar un tumor[2].
Sabéis lo insistente que soy con la información; cuanto más conocimiento y más datos tengamos podremos tomar mejores decisiones, y esto es especialmente importante en el caso de la salud. Por eso me cuesta entender que en 2023 haya mujeres que tomen decisiones que van a condicionar, y mucho, su vida, basándose en cosas que “oyen por ahí.”
Recordad, ante la duda, lo mejor es siempre consultar con un profesional sanitario, que nos informará, desinteresadamente, de los posibles riesgos de someternos a cualquier tipo de intervención, con datos fiables y basándose en la evidencia científica. Y, por si a alguien le queda alguna duda, la congelación de óvulos no disminuye la fertilidad, ni la reserva de óvulos ni adelanta la menopausia, ya que es un procedimiento por el que se recogen los óvulos que se perderían en una menstruación, de ahí la importancia de hacerlo antes de los 35 años, porque la calidad de estos disminuye a partir de esa edad, pero esto ya os lo sabéis…
[1] https://www.cancer.org.au/clinical-guidelines/cancer-fertility-preservation/options-for-treatment/ovarian-stimulation
[2] https://med.stanford.edu/content/dam/sm/urology/JJimages/publications/Risk-of-cancer-in-infertile-women-analysis-of-us-claims-data.pdf
Septiembre es el mes de los inicios por excelencia, en mi caso lo es más que enero casi; es la vuelta al cole, la vuelta a la rutina para los niños y sus familias, pero también lo es para los que no tenemos hijos, ya que agosto, hayamos disfrutado o no de vacaciones, supone un parón, o al menos un freno, en nuestras rutinas diarias. Por eso me parece un buen mes para recordaros algunos datos sobre infertilidad que no nos contaron en su momento, para que cada mujer en edad fértil, este pensando o no en ser madre, tenga toda la información necesaria para tomar mejores decisiones.
Hablando con un grupo de amigas, algunas han sido madres gracias a la reproducción asistida, otras de forma natural, otras lo están intentando y alguna no quiere serlo, en lo que coincidimos todas es en que, si hubiéramos sabido con 25 o 30 años lo que sabemos ahora sobre la infertilidad, habríamos actuado distinto, desde pedir un simple test de fertilidad, donde se mide la reserva ovárica, o haber optado por congelar nuestros óvulos. La mayor parte de nosotras coincidimos en que el tema de la maternidad y de la fertilidad no es un tema que saque el especialista, por lo que, o tienes información de fuera, o piensas que no debe ser tan complicado quedarse embarazada.
Los años pasan, y creemos que es cuestión de ponerse y tener un poco de paciencia, pero no, y menos a partir de 35 años. Hay una gran cantidad de factores, además de la edad, que dificultan un embarazo, desde una endometriosis, una baja reserva ovárica, el Síndrome de ovario poliquístico o una obstrucción de las Trompas de Falopio, por nombrar algunas. Patologías que pasan en muchas ocasiones desapercibidas o que se manifiestan a través de un dolor que asumimos como normal por el hecho de ser mujeres y tener la menstruación.
Estamos acostumbrados, desde hace algunos años, que las tasas de natalidad sean cada vez más bajas; España ocupa un triste segundo puesto, por detrás de Italia, con el índice de natalidad más bajo, con 1,19 hijos por mujer en 2021, es decir, por cada 1.000 habitantes se dan 7,12 nacimientos. Los motivos por los que la natalidad sea tan baja son básicamente sociales, inestabilidad económica, inestabilidad y precariedad laboral, difícil acceso a una vivienda, o muchos otros factores que finalmente pueden derivar en un problema médico, ya que, cuando una mujer se plantea ser madre, lo hace más allá de los 35 años, cuando empiezan a surgir los primeros problemas de infertilidad.
Una de las cosas más importantes que debemos saber es que una mujer nace con un número de ovocitos limitados , no producirá más a lo largo de su vida, y en cada ovulación va perdiendo hasta llegar a la menopausia. La biología es inteligente, y cada mes, el ovario prepara los mejores óvulos para ser fecundados, esto quiere decir que los óvulos de una mujer con 30 años van a ser mejores que sus óvulos con 10 años más. Por ejemplo, una mujer con una baja reserva ovárica (es la cantidad de ovocitos que quedan en el ovario en un momento concreto) diagnosticada a los 25 años, está a tiempo de congelar sus óvulos y poder usarlos, si es que quiere, en el momento en que lo considere adecuado, pero si no conoce ese dato e intenta ser madre más adelante, igual se encuentra con problemas. Pero no solo una mujer con baja reserva ovárica; los óvulos que tenemos con 30 años son mejores que los que tenemos con 40 años, no me cansaré de repetirlo, y a la hora de buscar un embarazo con estos óvulos, la edad a tener en cuenta es la edad a la que fueron congelados, no la edad que tienes cuando los utilizas, por lo que, y esto es matemáticas, las posibilidades de quedarte embarazada son más altas.
Este es solo un ejemplo, pero las clínicas de fertilidad están llenas de mujeres mayores de 35 años que no consiguen quedarse embarazadas y para las que el proceso sería más rápido si hubieran congelado sus óvulos con anterioridad.
Afortunadamente hay algo de conciencia en la sociedad sobre el tema, muchas famosas han alzado la voz reconociendo que no pudieron cumplir su deseo de ser madres porque estaban volcadas en su trabajo y cuando lo intentaron, era demasiado tarde… Cada vez, sobre todo en redes sociales, hay más mujeres que cuentan que han congelado sus óvulos porque quieren preservar su fertilidad y muchas otras hablan de cómo están viviendo su tratamiento de reproducción asistida o su diagnóstico de infertilidad. Todas ellas coinciden en una cosa, “ojalá lo hubiera sabido antes”, porque en la maternidad el reloj no corre a nuestro favor, y cuanto antes conozcamos el problema más fácil será atajarlo.
Cada año son más las mujeres que se hacen un estudio de fertilidad mucho antes de querer ser madres, por lo que pueda pasar, pero, teniendo en cuenta que lo recomendable es que las mujeres nos hagamos un chequeo ginecológico una vez al año, no estaría de más que los especialistas nos recomendaran este tipo de pruebas, para no llevarnos sustos a la hora buscar un embarazo de forma natural.
Aunque hemos avanzado mucho en los últimos años, aún hay mucho que hacer, no me cansaré de repetirlo, la información es poder, pero esta información no llega siempre a quien lo necesita; es labor de todos, de profesionales, de compañeras de trabajo, de conocidas, de amigas y de familiares, hablar abiertamente sobre la fertilidad y la infertilidad, para que una mujer pueda tomar decisiones cuando aún está a tiempo y no ver truncado su sueño de ser madre por no haber tenido la información necesaria.
El otro día llegó a mis manos una guía publicada por Gedeon Richter, en la que se trata este tema: “Cómo explicar a tu pareja que has decidido congelar tus óvulos”. Las autoras de la guía son Julie Nekkebroeck, Psicóloga clínica y psicoterapeuta en Brussels-IVF, y Angie Grimberg, creadora de contenido digital francesa centrada en la maternidad.
La apertura y la honestidad son las piedras angulares de cualquier relación exitosa. Cuando se trata de comunicar tu decisión de preservar tu fertilidad, el momento adecuado y la forma en que te expresas son cruciales. No existe una fórmula mágica, pero la guía nos brinda algunas pautas de gran ayuda para abordar esta conversación con amor y claridad.
“El camino hacia la preservación de la fertilidad es un viaje que involucra a dos personas: tú y tu pareja. Al compartir este proceso con tu compañero, creas un puente de comprensión y apoyo mutuo. Tu pareja puede sentirse inicialmente como un observador externo, pero recuerda que su involucración emocional puede ser una fuente significativa de fortaleza. La comunicación abierta y el tiempo de calidad juntos son herramientas poderosas para mantener el vínculo fuerte mientras enfrentáis juntos este desafío” Julie Nekkebroeck
En el momento de compartir planes de preservación de la fertilidad con tu pareja, es probable que surjan preguntas. Tu pareja podría estar curiosa, preocupada o simplemente deseosa de apoyarte en este emocionante viaje. La guía nos muestra algunas preguntas que podrían surgir y cómo abordarlas:
¿Qué te ha hecho pensar en preservar tu fertilidad?
Compartir tus motivos personales es fundamental. Explícale cómo esta decisión se relaciona con tus metas y tus sueños para el futuro.
¿Tienes un calendario en mente?
Aclara que preservar tu fertilidad te brinda la flexibilidad de elegir cuándo es el momento adecuado para formar una familia. Anímale a expresar sus pensamientos y sentimientos sobre el cronograma.
¿Cuánto costará?
Si la cuestión financiera es relevante, es importante hablar abiertamente sobre ello. Abordar las implicaciones económicas juntos puede fortalecer la relación.
¿Cómo afectará esto a nuestro día a día? ¿Cuántos procesos son?
Comparte detalles sobre el proceso en la medida en que te sientas cómoda. La comunicación abierta puede reducir la incertidumbre y promover un ambiente de apoyo mutuo.
¿Qué puede hacer para ayudarte?
Explícale cómo puede brindarte apoyo emocional y práctico en cada etapa del viaje. Abre la puerta a su participación si así lo deseas.
¿Estás preparada para que otras personas conozcan esta decisión?
Si tienes una preferencia sobre la privacidad de esta decisión, comparte tus pensamientos con sinceridad. Invita a una conversación sobre los límites de lo que se compartirá con otros.
“El apoyo incondicional de una pareja puede marcar la diferencia en este viaje. Cuando ambos miembros de la pareja se comprometen a enfrentar los desafíos juntos, la relación se fortalece y el camino se vuelve más llevadero” Angie Grimberg
Aunque deseamos que cada conversación sea positiva y esclarecedora, a veces las preguntas difíciles pueden surgir. La comunicación efectiva implica saber cómo manejar estas situaciones delicadas sin comprometer la relación. Algunas sugerencias para enfrentar estas preguntas de manera respetuosa y constructiva que nos ofrece la guía son:
«¿Podríamos hablar de esto en otro momento?»
Reconoce si la conversación se está volviendo abrumadora y sugiere un momento más adecuado para abordarla.
«Sería bueno si pudiéramos tomar un descanso de esta discusión por ahora.»
La pausa puede proporcionar la oportunidad de reflexionar y regresar a la conversación con una perspectiva más calmada.
«¿Puedo responderte a esa pregunta?»
Aclara si estás dispuesta a abordar la pregunta en ese momento o si prefieres posponer la respuesta.
«No lo sé, todavía estoy trabajando en algunos aspectos.»
Si no tienes una respuesta definitiva, sé honesta al respecto. La toma de decisiones en este viaje puede ser compleja y lleva tiempo.
“La comunicación en una relación es un proceso en constante evolución. Si la conversación se vuelve incómoda, no veas esto como un fracaso. Cada pareja tiene su propio ritmo y estilo de comunicación. A veces, buscar orientación profesional puede ser beneficioso para abordar temas más complejos.” Julie Nekkebroeck
La decisión de preservar tu fertilidad es un acto de amor propio y de compromiso con el futuro. Al compartir esta decisión con tu pareja, estás tejiendo un vínculo más fuerte y construyendo un camino hacia la familia que sueñas. Con empatía, apertura y honestidad, esta conversación puede marcar el comienzo de una nueva etapa emocionante en su relación.
Todos hemos oído mil y una veces eso de “madre no hay más que una”, y hoy os vengo a hablar justo de lo contrario, de “Madre hay más que una” un libro de Samanta Villar donde relata, en primera persona, cómo fue su maternidad. Afortunadamente, cada vez son más las mujeres que hablan abiertamente de una maternidad “no tan idílica” como nos la venden, así como de la infertilidad, y libros como este son de gran utilidad.
Además, en el caso de Samanta Villar, se juntó su edad, cuando decidió ser madre era “demasiado mayor”, con un problema de infertilidad. En su caso, con 41 años y tras 4 largos años, consiguió ser madre de mellizos gracias a una donación de óvulos.
Y yo me pregunto, ¿y si hubiera decidido congelar sus óvulos cuando estos aún eran fértiles? Probablemente su camino hacia la maternidad habría sido algo más corto y sencillo, además de menos costoso. Nos sigue faltando información, y la información, como digo siempre, es poder. Estoy segura de que muchas mujeres habrían congelado sus óvulos de haber conocido esta opción, y más si hubieran sido conscientes de cómo va disminuyendo su fertilidad a partir de los 35 años.
Samanta Villar piensa y dice lo que muchas mujeres pensamos y no decimos, que ojalá nos hubieran informado de que nacemos con un número de óvulos limitado, y de que las probabilidades de lograr un embarazo de forma natural se reducen a partir de los 35 años, pero que nos lo dicen poco, y que muchas mujeres no son conscientes de que su capacidad reproductiva tiene límites, pero que, gracias a la ciencia, podemos ganar tiempo a nuestro reloj biológico.
La infertilidad o esterilidad es una enfermedad que afecta al 17,5% de los adultos en todo el mundo, lo indica la OMS en un informe publicado en abril de este mismo año. Uno de los factores de esta incidencia es la edad de la maternidad, y España es uno de los países europeos en los que las mujeres tienen su primer hijo más tarde, la media se sitúa en 33 años. Los factores por los que la edad de la maternidad se va retrasando son principalmente sociales; la mayoría de mis amigas no ha tenido una estabilidad económica hasta bien cumplidos los 30, y con unos sueldos algo ajustados, el acceso a la vivienda tampoco es fácil para los jóvenes y podría decir que encontrar una pareja con la que formar una familia es cada vez más difícil, y hay muchas mujeres que no se plantean ser madres sin tener pareja.
Hoy os recomiendo este libro porque cuenta, en primera persona y sin tapujos, todo el proceso que vivió antes de que nacieran sus hijos, habla abiertamente de la infertilidad, un tabú para muchas mujeres, acompañado, en muchas ocasiones, de un sentimiento de culpa. Leyéndola eres consciente de lo que siente y piensa una mujer que está intentando quedarse embarazada; ya que detalla desde su diagnóstico de infertilidad hasta el momento del parto, pasando por el duelo de una pérdida, los altibajos emocionales, además de testimonios de otras mujeres o parejas que han recurrido a la reproducción asistida para formar una familia.
En un lenguaje cercano y natural nos habla de términos tan científicos como la hormona antimulleriana, los folículos o la reserva ovárica, términos habituales en una consulta de fertilidad pero que suenan a chino la primera vez que los escuchas, términos que estaría bien haber escuchado antes.
Fuera de las polémicas que generó el libro, relacionadas con más bien con el post parto, que ella califica como un tsunami, yo me quedo con la parte de la gestación, y de los aprendizajes que se pueden sacar de aquí.
Las mujeres que han pasado por un tratamiento de reproducción asistida se sentirán identificadas, sin duda, pero no solo ellas, creo que este libro puede ayudar a que las mujeres nos tomemos más en serio la fertilidad, y no solo desde el momento en que deseamos ser madres, sino antes, pidiendo pruebas, tan sencillas como una analítica o una ecografía, antes de que nuestro reloj biológico nos avise.
Y para despedirme me quedo con un mensaje que la autora quiere transmitir a todas las mujeres o parejas que están pasando por un tratamiento de reproducción asistida, y es la intentar vivirlo lo más en paz posible y sin ansiedad.