En nuestra sociedad, la maternidad es considerada como un poder que tiene la mujer, algo innato, y cuesta entender que este “poder”, con el que se cuenta desde niñas, no sea real. El retraso en la edad de la maternidad es una de las principales causas de infertilidad; sabemos que a partir de los 35 años las posibilidades de lograr un embarazo de forma natural se van reduciendo, pero hoy día, la edad a la que una mujer intenta tener su primer hijo ronda los 33 años, y muchas lo hacen cerca de los 40, porque lo que ese embarazo, con el contaban, no llega.
La mujer siente que ha perdido el control, y centra su vida en conseguirlo, dejando a un lado la familia, el deporte, el trabajo, sus relaciones sociales y de pareja, es decir, sus rutinas. Dejar de hacer cosas gratificantes es más perjudicial que beneficioso, ya que, en un momento de estrés como el que se vive cuando se pasa por un proceso de reproducción asistida, la mujer necesita esos estímulos positivos.
Por otro lado, surgen varias emociones negativas, la ansiedad, la culpa, la rabia, la desesperanza, el miedo, … y la gestión de estas determinará como se va a vivir todo el proceso de la reproducción asistida. Las emociones negativas son inevitables, pero está demostrado que, si la mujer o la pareja acepta la situación, si afrontan los tratamientos de forma positiva, el tratamiento es más efectivo y tienen más adhesión a él. Aceptar la situación es, entre otras cosas, liberarse de la culpa, entender que nadie es responsable de tener baja reserva ovárica, las Trompas de Falopio obstruidas o endometriosis, factores, todos estos, que pueden causar infertilidad.
La psicóloga aconseja acudir a un especialista para hablar de cómo esta viviendo el proceso, ya que ni con el equipo médico ni con su entorno más cercano se abre como lo hace con un terapeuta.
Una de cada seis personas, o lo que es lo mismo, entre un 12,6 y un 17,5% de parejas en edad reproductiva en todo el mundo son infértiles, así lo revela un informe de la Organización Mundial de la Salud publicado recientemente. Con estos datos sobre la mesa, hemos querido preguntar a la doctora Amelia Rodríguez Aranda, directora médica del Grupo Eugin, cuáles son los principales factores que impactan en nuestra fertilidad.
El principal factor es de sobra conocido: la edad de la mujer. En España, más del 11% de los nacimientos son de madres de 40 años o más, y la edad media de la maternidad se sitúa casi en los 33 años, un dato que lleva creciendo cada año desde 1975, primer año en el que hay registro, cuando la edad media se situaba en los 28 años. Además, en los últimos años, los partos de mujeres entre los 45 y los 49 años han crecido un 50,6%. Los motivos del retraso en la edad a la que una mujer tiene su primer hijo son, principalmente, sociológicos, por lo que, desde el punto de vista médico, poco se puede hacer, pero sí se puede actuar contra otros factores para prevenir o reducir la infertilidad.
Hay diversas patologías que pueden impactar sobre la fertilidad, como la endometriosis, el síndrome del ovario poliquístico o los miomas uterinos, y si estas se detectan de forma rápida y se incide sobre ellas, se puede ganar mucho tiempo a la hora de conseguir un embarazo, ya sea de forma natural o con técnicas de reproducción asistida.
Se recomienda acudir a un especialista si no se logra un embarazo tras 12 meses manteniendo relaciones con frecuencia y sin protección o 6 meses en el caso de que la mujer tenga más de 35 años, pero también es necesario acudir al ginecólogo/a en caso de tener menstruaciones muy dolorosas o sangrado muy abundante, periodos irregulares, sangrado entre menstruaciones o cualquier otro síntoma que haga dudar. De este modo, será más sencillo detectar patologías que pueden tener un impacto negativo en la fertilidad.
Por otro lado, mantener un estilo de vida saludable, con una alimentación sana, durmiendo un mínimo de 7 horas diarias, practicando ejercicio con regularidad y evitando al máximo el consumo de tabaco y alcohol, pueden ayudar a mejorar la capacidad reproductiva.
En los últimos años se está hablando con mayor frecuencia de la reproducción asistida en ciclo natural, y hemos querido preguntar a la doctora Dolors Manau, ginecóloga en la Unidad de Reproducción Humana Asistida de Hospital Clínic de Barcelona, en qué consiste.
El primer bebé nacido en el mundo con fecundación in vitro lo hizo utilizando esta técnica, y al poco tiempo se recurrió a la estimulación ovárica, con el objetivo de que se desarrollaran varios folículos de manera simultánea y poder extraer varios ovocitos. De este modo, aumentaría el número de embriones, y con ellos las posibilidades de lograr un embarazo. La estimulación ovárica es necesaria en caso de la congelación de óvulos, pero se ha visto que no es necesaria en todos los tratamientos de fecundación in vitro.
Como explica la doctora Manau, la reproducción asistida en ciclo natural consiste en extraer el óvulo basándose en el ciclo natural de la mujer, sin utilizar medicación para producir más folículos. El óvulo será fecundado y transferido al útero más tarde, del mismo modo que cuando se utiliza estimulación ovárica se transfiere un único embrión, por lo que las posibilidades de lograr un embarazo son las mismas, aunque en el caso de utilizar estimulación ovárica hay más embriones preparados que se podrían implantar en caso de no lograr un embarazo con el primer embrión.
La reproducción asistida en ciclo natural puede hacerse siempre y cuando la mujer tenga ciclos regulares y sin alteraciones hormonales, y tenga, además, disponibilidad de asistir a controles a la clínica con mayor frecuencia.
Las nuevas tecnologías llevan años cambiando nuestra vida, simplificándonos tareas de nuestro día a día. Hemos hablado con el doctor Juan García Velasco, director de IVI Madrid y catedrático de ginecología y obstetricia, para que nos dé su opinión sobre si la inteligencia artificial cambiará también el abordaje de la infertilidad y la reproducción asistida.
En medicina, la inteligencia artificial lleva más de 20 años usándose, mejorando y facilitando los informes médicos, ayudando en el registros de pacientes, generando nuevas evidencias científicas, participando en el diagnóstico por imagen o la medicina individualizada, facilitando el descubrimiento de nuevas dianas terapéuticas, analizando y cruzando datos, participando en los ensayos clínicos, realizando pruebas y análisis en los laboratorios. Estas y un sinfín de aplicaciones con el objetivo de mejorar la calidad asistencial de los pacientes.
La pregunta es ¿cambiará la inteligencia artificial el abordaje de la infertilidad? Para el doctor García Velasco la respuesta está clara, sí.
Las técnicas de reproducción asistida han experimentado muchos avances en los últimos años; no resultan tan lejanos los partos gemelares, muy frecuentes cuando el embarazo se había conseguido con tratamientos de fertilidad, casos que hoy apenas se dan; prácticamente no existen complicaciones en la estimulación ovárica y las dosis de tratamiento cada vez son más ajustadas. Con la llegada de la inteligencia artificial, será posible aplicar tratamientos más individualizados, y, sobre todo, comprender el contenido genético para poder anticiparse a los problemas, explica el doctor García Velasco. Es decir, una medicina menos invasiva, más segura y personalizada para las pacientes.
Hablamos con Cristina López López, psicóloga de IVI Madrid y coordinadora del grupo de interés psicológico de la Sociedad Española de la Fertilidad (SEF) sobre la salud emocional de las pacientes de reproducción asistida y sobre la pérdida de control ante un diagnóstico de infertilidad.
La salud emocional cada vez se tiene más en cuenta en los tratamientos de reproducción asistida, ya que las mujeres, o las parejas que están pasando por este proceso, normalmente sienten una gran cantidad de emociones negativas que no saben o no pueden gestionar. Es muy probable que tengan que pasar algún duelo, ya sea un duelo genético, un duelo por un aborto o el duelo por la no maternidad, cuando hay que poner punto final al tratamiento sin haber cumplido el objetivo, es decir, sin haber podido cumplir el deseo de maternidad o paternidad. También es común experimentar rabia, tristeza, frustración, incertidumbre, culpa…por lo que la ayuda psicológica es recomendable desde que se obtiene el diagnóstico de infertilidad, para que los profesionales puedan ofrecer a las pacientes las herramientas necesarias para poder pasar por este proceso de la forma más llevadera posible.
La pareja cumple un papel muy importante en todo el tratamiento; por un lado, la infertilidad puede ser por ambos miembros de la pareja o solo por uno de ellos, y en este caso, que haya una buena comunicación es de vital importancia para evitar el sentimiento de culpa. Por otro lado, el hombre, al no tener la “carga física” que tiene la mujer, suele adoptar un papel secundario, pero también necesitan tener sus propias herramientas para vivir el proceso y poder ejercer, en muchas ocasiones, de terapeuta, sin olvidarse de que él mismo también necesita pasar sus duelos, superar la posible culpa, …
Un consejo muy valioso que da la psicóloga es no consultar información en Internet, algo que en salud se hace con frecuencia. Existen multitud de foros de consulta que pueden generar sentimientos negativos, además de que la información que se encuentra en la red no siempre es fiable y que la sobre información puede generar ansiedad a los pacientes y hacer que desconfíen de su propio equipo médico.