Gestionar la aceptación de un diagnóstico de infertilidad

Cristina López López, psicóloga de IVI Madrid y coordinadora del grupo de interés psicológico de la Sociedad Española de la Fertilidad (SEF) nos explica, en esta entrevista, los motivos por los que las mujeres perciben de forma negativa los tratamientos de fertilidad, y porque son ellas las que sienten una sensación de culpa cuando no logran quedarse embarazadas de forma natural.

En nuestra sociedad, la maternidad es considerada como un poder que tiene la mujer, algo innato, y cuesta entender que este “poder”, con el que se cuenta desde niñas, no sea real. El retraso en la edad de la maternidad es una de las principales causas de infertilidad; sabemos que a partir de los 35 años las posibilidades de lograr un embarazo de forma natural se van reduciendo, pero hoy día, la edad a la que una mujer intenta tener su primer hijo ronda los 33 años, y muchas lo hacen cerca de los 40, porque lo que ese embarazo, con el contaban, no llega.

La mujer siente que ha perdido el control, y centra su vida en conseguirlo, dejando a un lado la familia, el deporte, el trabajo, sus relaciones sociales y de pareja, es decir, sus rutinas. Dejar de hacer cosas gratificantes es más perjudicial que beneficioso, ya que, en un momento de estrés como el que se vive cuando se pasa por un proceso de reproducción asistida, la mujer necesita esos estímulos positivos.

Por otro lado, surgen varias emociones negativas, la ansiedad, la culpa, la rabia, la desesperanza, el miedo, … y la gestión de estas determinará como se va a vivir todo el proceso de la reproducción asistida. Las emociones negativas son inevitables, pero está demostrado que, si la mujer o la pareja acepta la situación, si afrontan los tratamientos de forma positiva, el tratamiento es más efectivo y tienen más adhesión a él. Aceptar la situación es, entre otras cosas, liberarse de la culpa, entender que nadie es responsable de tener baja reserva ovárica, las Trompas de Falopio obstruidas o endometriosis, factores, todos estos, que pueden causar infertilidad.

La psicóloga aconseja acudir a un especialista para hablar de cómo esta viviendo el proceso, ya que ni con el equipo médico ni con su entorno más cercano se abre como lo hace con un terapeuta.

Con información sobre fertilidad habría tomado mejores decisiones

De haberlo sabido antes…

La infertilidad ha sido, de siempre, un tema tabú, y en el caso de mi tía, con información sobre fertilidad habría tomado mejores decisiones y podría haber cumplido su sueño de ser madre.

Estoy triste. Sí. Hoy he sabido el motivo de por qué mi tía María Luisa no pudo tener hijos. Y lo peor es que, con información sobre fertilidad, habría tomado mejores decisiones, con información y con los adelantos de la ciencia que tenemos hoy. Seguramente habría podido tener más posibilidades de formar la familia que tanto ansiaba.

Mi tía María Luisa y mi tío Arturo aparentaban siempre ser una pareja feliz. Con sus más y sus menos, como todas las parejas, pero se podría decir que era una pareja que se compenetraba y se quería. Cuando yo era pequeña no se hablaba de estas cosas con la naturalidad de hoy, pero recuerdo haber sorprendido alguna conversación tipo: «Qué pena que María Luisa no se queda embarazada”. Al principio de casarse, mis tíos no comentaban nada ni nadie les hacía ninguna pregunta ‘indiscreta’. Solo es que se les notaba que se les caía la baba cuando veían niños. Recuerdo lo cariñosos que fueron conmigo, mis hermanos y mis primos y lo espléndidos que eran en nuestros cumples. Pero los niños no llegaban.

Así que un día decidieron consultar con un médico. Ya estaban llegando casi a los 40 años y decidieron que si todavía había alguna oportunidad querían aprovecharla. Total, que cuando se hicieron las pruebas pertinentes los dos -porque la causa puede ser de uno de los dos, no solo de la mujer- era mi tía María Luisa la que tenía mayor dificultad. Se trataba de su baja reserva ovárica. Parece ser que era algo que había sido una constante a lo largo de su vida y que ahora, con la edad, esta tendencia se había hecho mayor.

Se quedaron desolados. No tenían ni idea de lo que era la reserva ovárica ni que podía ser baja, alta o vete a saber qué. ¡Es que hay muchas cosas que no sabemos! La cosa es así de sencilla: se trata de la cantidad de óvulos que tiene una mujer. En el caso de mi tía, bajo, y por eso tenía menores posibilidades para quedarse embarazada de forma natural. Y cuanto mayor eres, menos reserva ovárica, así que, les dijeron que sus posibilidades eran muy escasas.

Pasados los años, mi tía María Luisa leyó sobre la vitrificación de óvulos. ¡Madre mía! De haber conocido este avance de la ciencia cuando era joven, habría podido saber que su reserva ovárica era baja y tratar de pasar por el tratamiento de estimulación ovárica para así, obtener los suficientes óvulos maduros y congelarlos para asegurarse mayores posibilidades de ser madre.

Pero entonces, como decía, ni se hablaba de estas cosas, ni se conocían, ni la ciencia andaba ya tan avanzada. Por eso decía que me siento triste. Mi tía me ha contado esta historia al saber que yo ando interesada en conocer todo sobre la vitrificación de óvulos. Ella misma me ha animado a que me haga pruebas y que preserve mis óvulos por si acaso.

Lo que no le va a faltar nunca es nuestro cariño. El mismo que ella nos ha dado a nosotros, aunque no seamos sus hijos.

 

 

Carta a mi futuro yo, el miedo por mi baja reserva ovárica

Carta de Emma. Cartas a mi futuro yo.

Emma es una consultora de informática freelance de 37 años. A la hora de tomar decisiones y reaccionar ante determinadas situaciones es una mujer muy práctica y resolutiva; se mudó a Londres desde España hace 5 años para reunirse con unos amigos que ya vivían allí, y una vez instalada buscaría trabajo para crecer profesionalmente. Hoy le escribe una carta a su futuro yo y recuerda el miedo que tenía cuando describió su baja reserva ovárica.

Querida Emma de 47 años,

¿Recuerdas lo angustioso que fue descubrir, a los 32 años, que tu recuento de óvulos era tan bajo como el de una mujer de 40? ¿Tendrías las mismas dificultades que tu hermana para quedarte embarazada? Te preguntabas.

¿Recuerdas lo preocupada que estabas cuando te quedaste embarazada de Alex? Al principio entraste en un estado de shock, eras incapaz de creértelo, pero por supuesto fue la mejor noticia que podías recibir, lo feliz que te hizo recibirla. Entonces comenzó la preocupación. Miguel y tú llevabais apenas un año de relación. La idea de ser padre le hizo dudar seriamente ¿Seguirá queriendo una relación contigo? te preguntabas, ¿podrías hacerle frente a esta situación si tuvieras que hacerlo sola?

Me gustaría recordarte esos momentos de incertidumbre, porque ahora, a tus 47 años, tienes la vida familiar que siempre quisiste y no estabas segura de fuese a ser posible. Tienes un hijo y dos hijas. Son inseparables, forman un gran equipo. Están llenos de complicidad, hobbies y juegos. Tu casa es un hogar maravilloso, acogedor, y siempre está lleno de amigos y familiares.

Una familia tan numerosa nunca podría haber sucedido si no hubieras dedicado recursos físicos y económicos a crear un Plan B para tu futuro. Alex y Julia fueron concebidos de forma natural, pero María vino de esos maravillosos óvulos que decidiste congelar. No necesitabas ningún Plan B para tener ningún hijo –pero si para tener el número de hijos que ahora tienes, la familia que siempre habías querido-. La decisión de congelar tus óvulos coincidió con una época poco alentadora y en la que te sentías sola. Pero esto amplió tus opciones de una forma que jamás imaginaste.

Ese es el gran regalo que surgió de tu decisión. ¿El otro gran regalo? Al comenzar con los asuntos sobre fertilidad y el proceso de recolección de óvulos, comenzaste a darte cuenta de que no podías controlarlo todo. Quedarte embarazada de forma inesperada y avanzar en tu relación con Miguel antes de que ninguno estuviese preparado para ser padre, te enseñó aún más. Aunque eres el tipo de persona acostumbrada a tener éxito, aprendiste el valor de aceptar y renunciar a tener el control cuando es necesario.

Este es el motor de una relación fuerte y la razón clave de que tú y Miguel hayáis formado la gran familia que tenéis ahora. Bien hecho Emma.

Con todo mi entusiasmo para mi yo futuro.

Emma

 

 

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