Iba a titular este post en pasado, pero me parecía demasiado arriesgado; creo que decir que la congelación de óvulos está dejando de ser un tabú es más acertado. Aunque no esté del todo conseguido, estamos en ello, y es una magnífica noticia que la sociedad avance, porque hace no mucho ya solo hablar de infertilidad podía sacar los rubores a más de una, y contar que había sido madre gracias a la reproducción asistida ni os cuento.
La congelación de óvulos ha estado presente en España desde la década de 1980, aunque inicialmente se consideraba un procedimiento experimental y controvertido. La Ley 35/1988 sobre Técnicas de Reproducción Asistida indicaba que “no se autorizará la crioconservación de óvulos con fines de Reproducción Asistida, en tanto no haya suficientes garantías sobre la viabilidad de los óvulos después de su descongelación.» El primer bebé que nació en España fruto de óvulos congelados lo hizo en septiembre de 2002 en Barcelona, y no estuvo exento de polémica, el Ministerio y la Conselleria de Sanidad abrieron un expediente informativo para investigar los hechos. En 2003 se modificó la disposición de la ley de 2022, el Real Decreto 120/2003 tenía por objeto “regular los requisitos para autorizar la realización de experiencias controladas, con fines reproductivos, de fecundación de ovocitos o tejido ovárico previamente congelados, relacionadas con las técnicas de reproducción humana asistida”.
En 2010, la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) empezó a contabilizar el número de mujeres que congelaban sus óvulos, y registró 129. Ahora son cerca de 5.000 las que cada año deciden congelar sus óvulos, sin incluir en esta cifra las que lo hacen por motivos médicos, es decir, porque se van a someter a un tratamiento (generalmente quimioterapia o radioterapia), que puede condicionar su fertilidad. Este aumento en el número de mujeres que deciden preservar su fertilidad se debe, principalmente, a dos factores:
Estos dos factores han hecho que la congelación de óvulos haya pasado de ser un tema tabú a algo de lo que se habla con normalidad, a lo que han contribuido también las declaraciones de muchas famosas que han reconocido abiertamente que fueron retrasando la idea de ser madres hasta que se les hizo demasiado tarde. Este aumento indica también que en las consultas de ginecología se está empezando a explicar cómo se puede preservar la fertilidad, lo que, en mi opinión, es esencial, ya que la información permite a tomar mejores decisiones y más realistas sobre su salud reproductiva.
Como todos sabemos, España es el segundo país de la Unión Europea con la tasa de natalidad[1] más baja, lo que está directamente relacionado con la edad de la maternidad. Hay más mujeres que son madres con 40 años que con menos de 30, y teniendo en cuenta que la fertilidad de la mujer cae a partir de los 35 años, si muchas de las mujeres que se plantean ser madres a los 40 años hubieran congelado sus óvulos en una edad más temprana, podrían usar esos óvulos y tener las mismas posibilidades de éxito que si hubieran intentado quedar embarazadas a la edad a la que congelaron sus óvulos.
Cada 4 de junio se celebra el Día Mundial de la Fertilidad, con el objetivo de resaltar la creciente incidencia de problemas de fertilidad que afectan a la población. Hace un año aproximadamente la OMS publicó un informe con datos alarmantes: 1 de cada 6 personas tiene esterilidad en el mundo. Afortunadamente los problemas de infertilidad están dejando de ser un tabú, y cada vez son más las personas que reconocen haber formado una familia gracias a un tratamiento de reproducción asistida.
La tasa de natalidad en España es una de las más bajas de Europa, con 1,16[1] hijos por mujer. Además, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la edad media de las madres primerizas se sitúa ahora en torno a los 33 años, también una de las más altas de Europa. Diversos factores contribuyen a este fenómeno, incluyendo cambios sociales, económicos y culturales, y está claro que no es una tendencia que vaya a bajar, al menos en los próximos años.
La infertilidad está directamente relacionada con la edad; teniendo en cuenta que a partir de los 35 años las posibilidades de concebir de una mujer disminuyen considerablemente, ¿no deberíamos actuar antes para intentar “remediar” la temida infertilidad? Porque lo que no sabemos es el número de mujeres que quieren ser madres más allá de los 35 años, pero no lo consiguen.
Por esto, en el Día Mundial de la Fertilidad, sigo insistiendo en la necesidad de que se ofrezca información en las consultas de ginecología, pero no solo a las mujeres que acuden porque quieren quedarse embarazadas; todas tenemos derecho a saber que podemos tener alguna patología ginecológica que tenga un impacto directo en nuestra fertilidad, o que no tenemos que estar pendientes del dichoso reloj biológico para ser madres, y conocer las opciones para preservar nuestra fertilidad.
La congelación de óvulos es una solución para aquellas mujeres que desean posponer la maternidad sin comprometer su fertilidad futura. Este procedimiento permite preservar la calidad de los óvulos en edades más tempranas, cuando son más viables. La combinación de los avances tecnológicos en la medicina reproductiva y las nuevas dinámicas sociales está ofreciendo a las mujeres una mayor flexibilidad para planificar sus familias de acuerdo a sus circunstancias personales y profesionales.
Esta técnica, también conocida como vitrificación de óvulos, consiste en extraer y congelar óvulos cuando una mujer está en su pico reproductivo, antes de los 35 años, para ser utilizados posteriormente. El proceso de congelación de óvulos implica varias etapas:
La principal ventaja de la congelación de óvulos es que permite a las mujeres retrasar la maternidad sin preocuparse por el declive natural de la fertilidad que ocurre con la edad. Al congelar los óvulos en una etapa temprana, se preserva la calidad y la cantidad, aumentando las posibilidades de éxito en futuros tratamientos de fertilidad. Los óvulos congelados “no caducan”, es decir, la mujer los puede utilizar en el momento que ella decida durante su vida reproductiva, en torno a los 50 años. Las probabilidades de lograr un embarazo serán similares que si se hubiera quedado de forma natural cuando congeló los óvulos; es decir, si una mujer de 45 años utiliza los óvulos que congeló cuando tenía 32, las probabilidades de lograr un embarazo son similares a las que tendría con 32 años, no con 45.
El Día de la Fertilidad es una oportunidad para reflexionar sobre las tendencias cambiantes en la maternidad y las opciones que están disponibles para apoyar a las mujeres en sus decisiones reproductivas. Todas las mujeres tienen derecho a tener información completa y precisa que les permita tomar decisiones informadas sobre su salud reproductiva.
Me habéis leído muchas veces hablar de la importancia de tomar decisiones a tiempo para no arrepentirnos en el futuro, y de lo importante que es tener información veraz para esto. Cuando os hablo de la congelación de óvulos y de la ventaja que supone para las mujeres poder elegir en que momento ser madres sin depender del reloj biológico, normalmente lo hago pensado en mujeres que no tienen hijos, pero que quieren tenerlos más adelante, no suelo hablar de la posibilidad de congelar óvulos después de haber sido madre. Sin embargo, hay muchas mujeres que, ya teniendo un hijo y queriendo tener más, quieren retrasar esa segunda maternidad, bien sea por cuestiones personales, laborales, o cualquier otra circunstancia.
Para algunas mujeres, el hecho de convertirse en madre no satisface todas sus necesidades reproductivas. Después de experimentar la maternidad, algunas pueden darse cuenta de que desean tener más hijos, pero las circunstancias actuales no se lo permiten. Congelar óvulos podría ser una opción para preservar la fertilidad y la capacidad de tener más hijos más adelante. Esta decisión puede estar influenciada por varios factores; uno de ellos es el deseo de ampliar la familia en el futuro, ya sea con una nueva pareja o simplemente para dar a los hijos actuales hermanos biológicos. También puede haber consideraciones médicas, como un diagnóstico de enfermedad que podría afectar la fertilidad en el futuro o una infertilidad secundaria, o bien por la edad de la mujer, ya sabemos que a partir de los 35 años la fertilidad disminuye considerablemente.
La idea de congelar óvulos después de haber sido madre genera muchas dudas, aunque es un tema del que se habla poco. ¿Es posible congelar óvulos teniendo ya hijos?, ¿puede condicionar mi fertilidad futura? Para la primera pregunta la respuesta es sí, en este sentido no hay ninguna diferencia entre una mujer que ha tenido hijos previamente y una que no, el procedimiento es el mismo y las recomendaciones también: es aconsejable hacerlo antes de los 35 años, de esta forma los ovocitos serán conservados con sus características originales para su uso futuro. A partir de los 38 años se produce una pérdida en la calidad ovocitaria, es decir, la reserva de óvulos en el ovario disminuye, y su maduración se ve afectada, lo que resulta en una menor probabilidad de embarazo y un mayor riesgo de anomalías cromosómicas que pueden llevar a un aborto o al desarrollo de alguna enfermedad. Las mujeres de menos de 35 años tienen más posibilidades de lograr un embarazo y que este llegue a término, y a la hora de congelar estos óvulos, se obtendrán más y de mejor calidad gracias a la estimulación ovárica.
En cuanto a la segunda pregunta, congelar óvulos no afecta a la fertilidad futura, lo que se explica por el funcionamiento del ovario femenino. Al inicio de cada ciclo menstrual, el ovario selecciona entre 10 y 20 óvulos, pero solo uno de ellos alcanzará la madurez para la ovulación. Los demás óvulos se pierden de manera natural. Esta pérdida ocurre de forma regular cada mes, sin importar si la mujer está tomando anticonceptivos.
En un ciclo de congelación de óvulos, lo que se hace es preservar esos óvulos que, en un ciclo menstrual normal, se perderían. Por tanto, la congelación de óvulos no reduce la fertilidad, ni afecta la reserva de óvulos, ni adelanta la menopausia ni desencadena una menopausia precoz. Es decir, que una mujer que ha congelado sus óvulos para tener cierta tranquilidad futura se podría quedar embarazada de forma natural independientemente de si hubiera congelado óvulos o no.
Como nos explicaba Cristina López López, psicóloga de IVI Madrid y coordinadora del grupo de interés psicológico de la Sociedad Española de la Fertilidad (SEF) en una entrevista que le hicimos sobre salud mental y fertilidad, muchas mujeres abandonan sus rutinas, entra ellas la práctica del deporte, cuando comienzan un tratamiento de reproducción asistida pensando que el impacto físico puede interferir con la implantación del embrión. Sin embargo, la SEF, entre sus consejos preconcepcionales, destaca la realización de alguna actividad deportiva cuando una mujer se está intentando quedar embarazada, sin distinguir entre un embarazo natural o uno conseguido gracias a técnicas de reproducción asistida.
Como ya hemos dicho en anteriores ocasiones, la planificación de un embazado empieza con la visita a un especialista, quien te orientará sobre suplementos, dieta y hábitos de vida saludable para maximizar las posibilidades de concepción. El ejercicio regular puede tener efectos positivos en la fertilidad al mejorar la salud en general, reducir el estrés y mantener un peso corporal saludable. Sin embargo, el exceso de ejercicio, especialmente en mujeres que practican deportes de alto rendimiento, puede conducir a irregularidades menstruales, que podrían afectar a la fertilidad.
Practicar ejercicio de forma regular tiene efectos positivos a nivel cardiovascular, endocrino, metabólico y neurológico, ya que mejora la circulación, controla el colesterol, aumenta la resistencia física, fortaleciendo huesos y músculos, y regula los niveles de azúcar en sangre. Además, contribuye a reducir el estrés, mejora la calidad del sueño y promueve un estado de ánimo más positivo.
Por otro lado, existen numerosas guías que recomiendan la actividad física durante el embarazo para aquellas mujeres sin contraindicaciones médicas, con el objetivo de mejorar su estado general y evitar complicaciones en el embarazo. Entre estas guías destacan la del Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología y la Sociedad Canadiense de Obstetricia y Ginecología, así como la guía de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia.[1]
Para aquellas mujeres que no están acostumbradas a practicar deporte de forma regular, existen opciones recomendables mientras se está buscando un embarazo o antes de iniciar un tratamiento de reproducción asistida. La natación, caminar, bailar o realizar gimnasia moderada son opciones saludables que pueden contribuir al bienestar físico y emocional. De todas formas, el tipo de ejercicio, su regularidad y su intensidad deben adaptarse a la constitución física, el estado de salud y la edad de cada persona.
Hacer ejercicio, en todo caso, no garantiza una mayor fertilidad. La fertilidad tiene que ver con múltiples factores, principalmente con la edad de la mujer. Es decir, aunque el ejercicio pueda tener un impacto positivo en nuestra salud en general, no garantiza necesariamente una mayor capacidad de concepción.
Como siempre estoy hablando de la congelación de óvulos, quizá os preguntareis si se puede hacer deporte cuando estamos en ese proceso. Tu médico te aconsejará sobre el tipo de ejercicio que puedes hacer, teniendo en cuenta tus antecedentes y tu historial médico, pero, por lo general, la respuesta es la misma a cuando se está buscando un embarazo de forma natural; es decir, sí es recomendable realizar ejercicio físico, siempre con moderación, ya que, al promover la salud y el bienestar general, podría mejorar la calidad de los óvulos que se congelan.
Ahora que tenemos claro que el ejercicio físico es aconsejable antes y durante el embarazo, surge la duda de si se puede hacer ejercicio físico después de la extracción de óvulos o de una transferencia embrionaria. La extracción de óvulos se consigue mediante una punción folicular, una operación sencilla de unos 20 minutos de duración que se realiza con sedación, para evitar cualquier molestia a la paciente, y que permite a la mujer regresar a su casa el mismo día. Sin embargo, es recomendable hacer vida tranquila ese día y no realizar grandes esfuerzos.
La transferencia embrionaria de los tratamientos de reproducción asistida consiste en transferir al útero el embrión que tiene más posibilidades de sobrevivir. Se realiza por vía vaginal y sin necesidad de anestesia. Aunque existe la creencia de que el reposo ayuda a la implantación del embrión, no hay evidencias científicas que respalden esta idea; las tasas de éxito entre las pacientes que descansan después del procedimiento y los que retoman sus actividades normales es la misma. Sin embargo, aunque no sea necesario permanecer en reposo, no es aconsejable realizar ejercicio aeróbico o de gran impacto, así como levantar peso en los días posteriores.
Estos días suelen ser de muchos nervios, ya que hasta pasados 12 o 15 días no se realiza la prueba de embarazo. Por eso es importante realizar actividades que nos gusten y mantenernos activas, lo que ayudará a bajar el nivel de estrés y ansiedad tan característicos de este periodo. Un periodo tan importante en los tratamientos de reproducción asistida que tiene nombre propio, es conocido como la betaespera.
[1] chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://repositorio.comillas.edu/xmlui/bitstream/handle/11531/46065/Barakat%2c%202020.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Aunque en los últimos años se han producido importantes avances en cuanto a igualdad, no hemos logrado aún una conciliación de la vida laboral y familiar real, lo que afecta a la decisión de muchas mujeres de seguir triunfando en su trabajo y retrasar la maternidad. Y aquí nos encontramos con el primer problema, ya que uno de los principales factores de infertilidad es la edad de la mujer, porque, como os he repetido en más de una ocasión, a partir de los 35 años las posibilidades de lograr un embarazo de forma natural se van reduciendo.
Por mucho que la ciencia haya avanzado, el reloj biológico no para, pero, gracias precisamente a la ciencia, podemos hacer que este reloj biológico no nos condicione, y podamos decidir en qué momento queremos ser madres, sin sufrir mientras pasan los años, ¿cómo?, congelando los óvulos cuándo todavía exista una adecuada reserva ovárica, cuando las posibilidades de un embarazo son más elevadas.
La edad de la maternidad en España se retrasa cada año; desde 2020 está por encima de los 30 años, y en 2022 se situó por encima de los 33. El número de hijos por mujer también ha bajado considerablemente, y otro dato alarmante es que el número de madres de 40 años o más ha crecido un 27,9% en los últimos 10 años. Y, ¿esto a qué se debe? Pues se debe a que las mujeres no queremos renunciar a nada, pero no nos lo ponen fácil. Me habréis leído muchas veces cómo de importante es tener información para poder tomar mejores decisiones, pues bien, eso es algo que, en cuestiones de fertilidad, llevamos bastante retraso.
Hay muchas mujeres que la primera vez que escuchan términos tan importantes como valor beta, hormona antimulleriana o reserva ovárica es cuando intentan quedarse embarazadas y no lo consiguen. Van a su ginecólogo o ginecóloga, les hacen una serie de sencillas pruebas y descubren que los parámetros necesarios para lograr un embarazo están por debajo de lo necesario, tal vez por su edad o por algún problema médico. Descubren que, si hubieran congelado sus óvulos, podrían haber tenido más probabilidades de quedarse embarazadas gracias a la reproducción asistida, pero nadie les informó ni cuando tenían 25, 30 o 35 años…
Las mujeres en un gran porcentaje vamos a una revisión ginecológica todos los años, o eso es lo aconsejable, pero todavía no son muchos los especialistas que plantean a las pacientes realizarse pruebas de fertilidad para poder adelantarse a los problemas, para aconsejarlas congelar sus óvulos en caso de querer ser madres más adelante o en caso de tener algún tipo de problema médico que pueda condicionar su futura maternidad.
La congelación de óvulos existe desde los años 80, pero era algo experimental. En 2012 Estados Unidos aprobó su uso para mujeres que iban a recibir algún tratamiento que podría disminuir su fertilidad, y dos años más tarde, una vez demostrada su seguridad y eficacia, se amplió su uso de forma general. En España, desde 2003, las Comunidades Autónomas son las que desarrollan planes específicos en esta materia, y todas ellas lo permiten.
Me pregunto cómo en 21 años no se ha normalizado la información sobre la congelación de óvulos, si las mujeres vamos, al menos, 1 vez al año al ginecólogo, digamos que han tenido más de 20 veces para preguntarnos sobre nuestros deseos de formar una familia. No estoy diciendo que todas las mujeres en edad reproductiva vayan a congelarse sus óvulos, pero si deberían saber que existe esa opción, en qué consiste y qué beneficios ofrece.
Muchas mujeres toman la decisión de retrasar la maternidad por motivos personales, laborales o familiares, pero tienen todo el derecho a conocer sus opciones. Gracias a la preservación de la maternidad podemos decidir cuándo ser madres y poder hacerlo en las mejores condiciones.
La congelación de óvulos es una técnica donde los óvulos de la mujer permanecen congelados con el fin de preservar la fertilidad y retrasar la maternidad hasta el momento que se encuentre preparada para ser madre. Los óvulos congelados, además, “no caducan”, y las posibilidades de lograr un embarazo con ellos podrían ser las mismas que la mujer tendría a la edad a la que congeló sus óvulos, no la edad a la que la mujer los usa.
Debido al descenso de la cantidad y la calidad de los ovocitos, anticiparse a una edad temprana y vitrificar los óvulos antes de los 35 años puede evitarnos problemas a la hora de querer tener hijos a una edad más madura.
Así que, este 8 de marzo, pido que se nos informe para poder tomar las mejores decisiones y así poder cumplir nuestros sueños. Queramos o no ser madres, todas las mujeres tenemos el derecho de saber que hay opciones para ser madres, aunque ojalá también se actúe en otros ámbitos y se mejore la situación para poder conciliar y ayudar así a que la maternidad no se retrase.