Querida Emma de 47 años,
¿Recuerdas lo angustioso que fue descubrir, a los 32 años, que tu recuento de óvulos era tan bajo como el de una mujer de 40? ¿Tendrías las mismas dificultades que tu hermana para quedarte embarazada? Te preguntabas.
¿Recuerdas lo preocupada que estabas cuando te quedaste embarazada de Alex? Al principio entraste en un estado de shock, eras incapaz de creértelo, pero por supuesto fue la mejor noticia que podías recibir, lo feliz que te hizo recibirla. Entonces comenzó la preocupación. Miguel y tú llevabais apenas un año de relación. La idea de ser padre le hizo dudar seriamente ¿Seguirá queriendo una relación contigo? te preguntabas, ¿podrías hacerle frente a esta situación si tuvieras que hacerlo sola?
Me gustaría recordarte esos momentos de incertidumbre, porque ahora, a tus 47 años, tienes la vida familiar que siempre quisiste y no estabas segura de fuese a ser posible. Tienes un hijo y dos hijas. Son inseparables, forman un gran equipo. Están llenos de complicidad, hobbies y juegos. Tu casa es un hogar maravilloso, acogedor, y siempre está lleno de amigos y familiares.
Una familia tan numerosa nunca podría haber sucedido si no hubieras dedicado recursos físicos y económicos a crear un Plan B para tu futuro. Alex y Julia fueron concebidos de forma natural, pero María vino de esos maravillosos óvulos que decidiste congelar. No necesitabas ningún Plan B para tener ningún hijo –pero si para tener el número de hijos que ahora tienes, la familia que siempre habías querido-. La decisión de congelar tus óvulos coincidió con una época poco alentadora y en la que te sentías sola. Pero esto amplió tus opciones de una forma que jamás imaginaste.
Ese es el gran regalo que surgió de tu decisión. ¿El otro gran regalo? Al comenzar con los asuntos sobre fertilidad y el proceso de recolección de óvulos, comenzaste a darte cuenta de que no podías controlarlo todo. Quedarte embarazada de forma inesperada y avanzar en tu relación con Miguel antes de que ninguno estuviese preparado para ser padre, te enseñó aún más. Aunque eres el tipo de persona acostumbrada a tener éxito, aprendiste el valor de aceptar y renunciar a tener el control cuando es necesario.
Este es el motor de una relación fuerte y la razón clave de que tú y Miguel hayáis formado la gran familia que tenéis ahora. Bien hecho Emma.
Con todo mi entusiasmo para mi yo futuro.
Emma
Querida Carmen:
Estoy escribiendo a “tu yo” de dentro de 8 años, cuando tengas 45. Te imagino en el parque, riéndote y jugando con tu hija de 5 años y tu pequeño de 3. Te veo como una mujer valiente, moderna, con una profesión que “trae vida”, que adoras, y una familia para la que tuviste la previsión de prepararte.
Tomaste algunas decisiones muy difíciles para llegar donde estas. Tras finalizar la carrera, decidiste quedarte en Madrid, lugar donde estudiaste. Esto implicaba separarte de tu ciudad natal, La Coruña, de tu familia y de tu novio de ese momento.
Los siguientes años fueron aún más difíciles. Aunque estabas contenta con tu trabajo, tomaste malas decisiones y tuviste mala suerte con los hombres, lo que te hizo perder confianza en ti misma. Te preocupaba no tener una relación feliz y sana a largo plazo con alguien.
Te sentías un poco perdida, pero lo tenías claro en lo referente a un tema en concreto: tu fertilidad. Conocías todo, por tu trabajo, de la infertilidad, de cómo las posibilidades de quedarte embarazada a partir de los 35 años empiezan a disminuir. Habías visto como algunas de tus pacientes sufrían porque no podían quedarse embarazadas. Así que a tus 33 años decidiste congelar tus óvulos. Te sentiste más segura de esa forma. Sabías que de este modo tendrías más flexibilidad a la hora de elegir el mejor momento para formar una familia.
Fue una decisión valiente. Y la segunda decisión valiente que tomaste vino tres años después, a tus 36, cuando padeciste depresión. Elegiste romper con todo tu pasado y comenzar de nuevo, para mejorar tu vida. El detonante de este cambio radical fue el nacimiento de tu sobrino, Marcos. Su nacimiento te inspiró para convertirte en la mejor tía que podría tener. Para ello debías estar sana. Te diste cuenta de que necesitabas ayuda psicológica y recibiste tratamiento.
La gran lección que recibiste en ese momento fue muy importante y continúa marcando tu vida incluso ahora: debes tomar tus propias decisiones sin depender de nadie. No tienes que dar explicaciones a nadie y no necesitas la aprobación de otros.
Este es el año en el que decidiste ser madre soltera. Y ahora, a tus 45, mira qué ha sucedido. Has diseñado tu camino exactamente como deseaste. Sacaste tiempo para tu carrera y para tu familia en el momento que lo consideraste. ¿Y, a día de hoy? Tu sobrino tiene 9 años y medio y es un compañero de juegos maravilloso para tus hijos, algo que habría sido imposible si no hubieras aprendido a ser fiel a ti misma y a tus propios sueños.
Con orgullo por lo que has conseguido.
Carmen
El otro día yendo en el metro me pregunté si mis óvulos congelados podrían dar la felicidad a otras mujeres mientras escuchaba una conversación entre 2 chicas que iban sentadas a mi lado. Una de ellas estaba bastante triste porque le estaba comentando a su amiga que ella y su marido no podían tener hijos. Ella había pasado por un tratamiento de quimioterapia hacía tiempo y esto se había llevado por delante la posibilidad de ser madre de manera natural, puesto que, en aquel momento, había tanta urgencia, que no hubo tiempo de buscar alguna alternativa para preservar sus posibilidades de ser madre en un futuro. Decía que a medida que pasaban los años le daba más pena no haber podido formar una familia, que se le iban los ojos detrás de todos los bebés.
Como os digo, yo iba sentada junto a ellas y pude escuchar esta conversación perfectamente. Y pensé en el tema de la vitrificación de óvulos. ¿Y si una mujer joven como yo congelara sus óvulos y los donara a un banco de óvulos para que otras mujeres pudieran hacer su sueño realidad? ¡Qué buena idea! ¡Otra ventaja más que ofrece la congelación de nuestros óvulos! Me parece toda una demostración de solidaridad con otras mujeres. Además, facilita el proceso de donación de óvulos porque evitamos la necesidad de sincronizar los ciclos menstruales de las donantes y las receptoras, como ocurre en los ciclos de ovodonación en fresco.
Pienso que si cuando congelamos nuestros óvulos destinamos una parte a esta posibilidad, estamos facilitando también la creación de bancos de óvulos. ¡Qué manera más bonita de reducir listas de espera para recibir óvulos donados!
Imagino la cantidad de mujeres que por culpa de la pandemia han tenido que retrasar este momento para poder ser madres. Definitivamente, la congelación de óvulos me parece una manera más de contribuir a que el mundo no se detenga, de que la felicidad de otras personas también es cosa nuestra. Este es el verdadero significado de la solidaridad.
¡Voy a seguir investigando sobre esto y os lo cuento!
Seguimos hablando de Micaela, la amiga de mi hermana Carmen, la que tiene un niño porque un día tomó la decisión de congelar sus óvulos. Si no te acuerdas, lee este post donde te cuento la historia de Micaela y Rubén- otra historia de amor de madre que comenzó con una buena decisión, la congelación de óvulos. Como soy tan ‘preguntona’, aprovechando que hemos coincidido en el cumpleaños de mi hermana, le pedí que me contara más cosas sobre la congelación de óvulos. Lo primero que me saltó a la cabeza fue ¿cuántos óvulos debo congelar si quiero ser madre más adelante?”. Le dije que me estoy informando y que conozco varios casos a mi alrededor de mujeres que han decidido su momento adecuado para ser madres.
Según me comentó Micaela, una de las cosas que comprobaron cuando ella pasó por este proceso fue su nivel de fertilidad. Ella me confirmó lo que ya sabemos, que lo ideal es ser menor de 35 años porque probablemente, la reserva ovárica será mayor. Me dijo también que hay un registro de la Sociedad Española de Fertilidad con mucha información interesante sobre preservación de la fertilidad.
¡No tenía ni idea de que existiera este registro! ¡Me parece genial! Esto es un plus más de garantía y seguridad detrás de nuestra decisión de congelar nuestros óvulos. Lo digo para los que todavía piensan que esto es ‘cosa de magia’. De magia nada, ciencia, ciencia y ciencia a favor de la libertad de las mujeres. ¡Me encanta!
Micaela me comentó que, normalmente, en el proceso de congelación se suelen obtener entre 8 y 10 óvulos. Así que, siempre es recomendable pasar por 2 o 3 ciclos. Ella pasó por 2 ciclos para asegurarse bien. Sin embargo, no es imprescindible, si no quieres o no puedes. Como me dijo Micaela: “Siempre es mucho mejor tener, aunque sea un óvulo congelado que no tener ninguno, y cuanto antes te decidas, conservarás los mejores y de mayor calidad”.
En su caso, la prueba la tenemos en Rubén. Un niño precioso y feliz, que ha hecho realidad el sueño de Micaela: ser madre cuando ella ha elegido su mejor momento.
¡Buff! ¡Aquí hay mucho que preguntar todavía! Pues nada, siempre tendremos a Micaela para que nos solucione todas nuestras dudas.
Hoy me gustaría hablar de la idea de una familia monoparental como proyecto de vida, algo que es posible gracias a la ciencia. Cada vez tengo más claro que las mujeres que deciden congelar sus óvulos son mujeres de las que se puede aprender mucho. Demuestran estar seguras de sí mismas y toman decisiones después de valorar bien pros y contras. Son mujeres con alta capacidad para liderar su propia vida. ¡Todo un ejemplo!”.
Esto estaba comentando mi hermana Carmen al hilo de su amiga Micaela, que tiene un niño de 6 años y lo tuvo gracias a que utilizó los óvulos que previamente había congelado, como unos 5 años antes o así. Rubén, que así se llama el pequeñín, es un niño feliz porque tiene lo principal: una madre entregada que tuvo visión de futuro y supo hacer las cosas bien.
Os cuento. Micaela fue siempre una chica especial. Nunca quiso tener ‘una pareja porque sí’. Por un ‘es que se te pasa la edad’. Por un ‘a ver si al final te vas a quedar sola por ser tan especial’. Mi hermana Carmen me comentaba que siempre fue así desde que eran pequeñas. Así que cuando un día decidió congelar sus óvulos por si acaso quería formar una familia monoparental, la verdad es que a su familia no le sorprendió. Es de esas decisiones que se catalogan como ‘de mujeres valientes y seguras que tienen las ideas superclaras’. Bueno, pues sí…Y no.
Micaela, como todo el mundo, es también vulnerable y también tiene miedos. La diferencia es que ella se asesoró muy bien antes de dar el paso. Acudió a una clínica especializada en este tipo de procesos. Según me cuenta mi hermana Carmen, lo que terminó de decidir a Micaela, no solo fue comprobar lo sencillo, rápido e indoloro que es el proceso- es que ni siquiera interrumpe tu vida normal- sino el acompañamiento humano que recibió en todo momento.
En esta clínica especializada en congelación de óvulos le explicaron que sí, que formar una familia monoparental es un reto porque te cambia la vida, pero que el poder de adaptación del ser humano es tal, que ‘si se quiere, se puede’. Y hay otro factor todavía más importante que la ayudó a decidirse, que es precisamente eso, la posibilidad de congelar sus óvulos en una edad estupenda (entonces Micaela tenía 29 años). Este factor le daría tiempo para pensar bien lo que quería hacer en un futuro. Una decisión que no la obligaba a ser madre si finalmente no se decidía. Una decisión que, incluso, podía beneficiarla si cambiaban sus planes de formar una familia tradicional, o ¿acaso no podía utilizar estos óvulos para inseminarlos con su supuesta pareja en el momento que ellos decidieran?
Micaela salió de esta primera consulta con todas estas ideas en la cabeza y con una sensación de seguridad y tranquilidad que era ese plus que le faltaba para decidirse. Unos días después pidió cita en esa clínica para comenzar el proceso de congelación de sus óvulos. Hoy, años después, es la mamá de Rubén. Un niño que ha traído toda la felicidad del mundo a su madre que lo tuvo porque en su día tuvo la certeza de que hacía lo correcto. Y, lo mejor, acompañada en todo momento por profesionales que se lo hicieron fácil. Porque es así de sencillo.