“Tu hermana ha vuelto a perder al bebé”. Aquella frase que me decía mi madre se repetía en mi cabeza durante días. Además de la terrible pena que tenía por mi hermana mayor, no podía evitar sentir un vértigo difícil de explicar: en el fondo el miedo de que me pasara exactamente lo mismo que a ella, se apoderaba de mí y me hacía estar siempre con el tema en la cabeza. Así que, después de darle muchas vueltas, la infertilidad de mi hermana fue lo que me llevó a tomar la decisión de congelar mis óvulos
Estuve muy cerca de Olivia en todo su proceso. La acompañé muchas veces al ginecólogo, a las ecografías cuando estaba embarazada, e incluso estuve allí en una de las ocasiones en las que le dieron la mala noticia de que el embarazo se había parado. Su angustia y tristeza eran enormes, y la incertidumbre también, ya que los médicos no terminaban de entender por qué los perdía si todo en principio iba bien y se quedaba embarazada con facilidad.
Su caso fue largo y emocionalmente muy duro, porque por la vía natural los perdía, pero cuando decidió probar con tratamientos de fertilidad, también fallaron. No fue hasta que acudió a la inmunóloga, cuando descubrió que tenía una enfermedad autoinmune que le provocaba los abortos. Una vez resuelto el misterio, y pinchándose heparina y tomando aspirina y corticoides en sus embarazos, por fin pudo tener a sus tres hijos, ¡los mejores, más sanos y más guapos sobrinitos del mundo!
Y tras haber vivido de tan cerca toda esta trayectoria, decidí hace poco preservar mi fertilidad. Me hicieron las mismas pruebas que a mi hermana porque son genéticas, y aunque yo lo tengo más fácil que ella porque no tengo alguno de sus temas inmunológicos, sí que me han confirmado que también tengo el factor V Leiden, por lo que yo en un futuro probablemente también tendré que pincharme heparina si me quedo embarazada.
Quiero dejar claro que estas pruebas genéticas que me he hecho no tienen nada que ver con la calidad de mis óvulos, que también me han estudiado, y que parece que son muy buenos.
Lo que ocurre es que la experiencia de Olivia me dejó clara una cosa: quería poder disponer de óvulos jóvenes y sanos para minimizar riesgos: todos esos años en los que la acompañé a sus visitas al ginecólogo, y en los que nos fuimos informando de muchos temas, aprendí muchas cosas. La más relevante es que la edad juega un papel determinante en la calidad de los óvulos, tengas o no otros factores “extra” que puedan surgir, como le ocurrió a Olivia.
Así que lo que puedo deciros es que…. ¡Estoy en ello!¡ ¡En pleno proceso de vitrificación! En pocos días me toca ya la punción ovárica. He seguido el tratamiento, que por ahora me ha parecido muy sencillo, y en pocos días si todo va bien, me han dicho que me sacarán alrededor de unos 12 óvulos, que podré guardar en la clínica.
Por fin la preocupación que me acompañaba desde hace tiempo desaparecerá, y podré disfrutar con calma de mi futura decisión de ser madre con los deberes hechos, y habiendo entendido gracias a la experiencia de mi hermana, muchas cosas que jamás habría conocido de no ser por ella.
Me llamo Cristina y tengo 28 años; recientemente mi madre me regaló la congelación de óvulos (o vitrificación) para preservar mi fertilidad. Hasta hace pocos meses no había oído hablar de la “preservación de la fertilidad”, y no entendía la importancia que mi madre le daba a que me hiciese las pruebas para conocer mi reserva ovárica, ni su insistencia en acompañarme al ginecólogo para valorar mi fertilidad. Hasta que no me contó su historia personal y cómo había marcado su vida, no entendí lo importante que era lo que estaba haciendo por mí.
¿Y cómo empieza mi historia? Como ya os he contado, tengo 28 años, y desde hace poco trabajo de azafata en vuelos transoceánicos. Mi estilo de vida, horarios, comidas, entradas y salidas, son algo caóticos en estos momentos. No tengo novio ni tiempo para tenerlo, y hasta ahora, reconozco que tenía poco interés, información y ganas de saber nada sobre la fertilidad. Y menos de la maternidad…. Hasta que mi madre me empezó a insistir.
Cada vez que hablaba con ella, me decía que tenía que ir al ginecólogo, que era bueno revisarse y ver en qué momento de mi vida fértil estaba etc. Yo la verdad que no le hacía ni caso. Me considero una persona joven con mucho tiempo por delante como para estar preocupada por esos temas. Ella insistió e insistió y finalmente me contó su historia.
Mi madre me tuvo cuando era muy jovencita, con 23 años. Fue madre soltera y ha sido siempre una madre 10, entregada a mi felicidad desde que yo recuerdo, y algo marcada por el duro momento que vivió cuando tuvo que afrontar la maternidad sin la persona que quería a su lado, que la abandonó al poco tiempo de conocer el embarazo… por lo que yo no he conocido nunca a mi padre biológico.
Pero al que sí que he conocido y adoro, es al marido actual de mi madre, que para mi es realmente mi padre, ya que conoció a mi madre cuando yo tenía 7 meses y me ha criado como a una hija. Toda mi vida les pedí un hermanito, y yo sentía que aquello les incomodaba y entristecía, pero nunca pregunté por qué.
La razón es que mi madre tuvo menopausia precoz, es decir, que dejó de tener óvulos, de ovular y de tener la regla, súper joven. Con menos de 30 años, ya no tenía la regla. Aquello le afectó mucho, ya que le habría encantado volver a ser madre. Ella nunca se planteó ninguna otra opción que no fuera la de ser madre de manera natural, por lo que así fue cómo yo me quedé de hija única, y ella con el sueño “frustrado” de volver a ser madre.
Fue tras contarme todo esto, que decidí ir con ella al ginecólogo y hacerme las pruebas de fertilidad. Y ante mi total sorpresa, me encontré con que estaba prácticamente en pre-menopausia, con unos índices de la hormona antimulleriana bajísimos: casi no tengo reserva ovárica. El médico nos lo dijo muy claro: si quieres ser madre en un futuro con tus óvulos, es ahora o nunca.
Y así fue como en cuestión de días decidí preservar mi fertilidad. Mi caso no ha sido sencillo: he tenido que realizarme 3 tratamientos porque me sacaban muy poquitos óvulos en cada tanda (por mi baja reserva y respuesta) pero he conseguido reunir mis 9 ovulitos, que ya descansan vitrificados por si algún día los necesito. Esto no quiere decir que seguro me quede embarazada con ellos, ¡pero desde luego que sin ellos no tendría ninguna oportunidad!
Por este motivo, nunca le daré suficientemente las gracias a mi madre por haberse preocupado por mí y haberme insistido tanto en que me informara y me revisara. Yo nunca lo hubiera imaginado, y todavía hoy estoy sorprendida de todo lo que me ha ocurrido. Me ha hecho el mejor regalo de mi vida.