Como nos explicaba Cristina López López, psicóloga de IVI Madrid y coordinadora del grupo de interés psicológico de la Sociedad Española de la Fertilidad (SEF) en una entrevista que le hicimos sobre salud mental y fertilidad, muchas mujeres abandonan sus rutinas, entra ellas la práctica del deporte, cuando comienzan un tratamiento de reproducción asistida pensando que el impacto físico puede interferir con la implantación del embrión. Sin embargo, la SEF, entre sus consejos preconcepcionales, destaca la realización de alguna actividad deportiva cuando una mujer se está intentando quedar embarazada, sin distinguir entre un embarazo natural o uno conseguido gracias a técnicas de reproducción asistida.
Como ya hemos dicho en anteriores ocasiones, la planificación de un embazado empieza con la visita a un especialista, quien te orientará sobre suplementos, dieta y hábitos de vida saludable para maximizar las posibilidades de concepción. El ejercicio regular puede tener efectos positivos en la fertilidad al mejorar la salud en general, reducir el estrés y mantener un peso corporal saludable. Sin embargo, el exceso de ejercicio, especialmente en mujeres que practican deportes de alto rendimiento, puede conducir a irregularidades menstruales, que podrían afectar a la fertilidad.
Practicar ejercicio de forma regular tiene efectos positivos a nivel cardiovascular, endocrino, metabólico y neurológico, ya que mejora la circulación, controla el colesterol, aumenta la resistencia física, fortaleciendo huesos y músculos, y regula los niveles de azúcar en sangre. Además, contribuye a reducir el estrés, mejora la calidad del sueño y promueve un estado de ánimo más positivo.
Por otro lado, existen numerosas guías que recomiendan la actividad física durante el embarazo para aquellas mujeres sin contraindicaciones médicas, con el objetivo de mejorar su estado general y evitar complicaciones en el embarazo. Entre estas guías destacan la del Colegio Americano de Obstetricia y Ginecología y la Sociedad Canadiense de Obstetricia y Ginecología, así como la guía de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia.[1]
Para aquellas mujeres que no están acostumbradas a practicar deporte de forma regular, existen opciones recomendables mientras se está buscando un embarazo o antes de iniciar un tratamiento de reproducción asistida. La natación, caminar, bailar o realizar gimnasia moderada son opciones saludables que pueden contribuir al bienestar físico y emocional. De todas formas, el tipo de ejercicio, su regularidad y su intensidad deben adaptarse a la constitución física, el estado de salud y la edad de cada persona.
Hacer ejercicio, en todo caso, no garantiza una mayor fertilidad. La fertilidad tiene que ver con múltiples factores, principalmente con la edad de la mujer. Es decir, aunque el ejercicio pueda tener un impacto positivo en nuestra salud en general, no garantiza necesariamente una mayor capacidad de concepción.
Como siempre estoy hablando de la congelación de óvulos, quizá os preguntareis si se puede hacer deporte cuando estamos en ese proceso. Tu médico te aconsejará sobre el tipo de ejercicio que puedes hacer, teniendo en cuenta tus antecedentes y tu historial médico, pero, por lo general, la respuesta es la misma a cuando se está buscando un embarazo de forma natural; es decir, sí es recomendable realizar ejercicio físico, siempre con moderación, ya que, al promover la salud y el bienestar general, podría mejorar la calidad de los óvulos que se congelan.
Ahora que tenemos claro que el ejercicio físico es aconsejable antes y durante el embarazo, surge la duda de si se puede hacer ejercicio físico después de la extracción de óvulos o de una transferencia embrionaria. La extracción de óvulos se consigue mediante una punción folicular, una operación sencilla de unos 20 minutos de duración que se realiza con sedación, para evitar cualquier molestia a la paciente, y que permite a la mujer regresar a su casa el mismo día. Sin embargo, es recomendable hacer vida tranquila ese día y no realizar grandes esfuerzos.
La transferencia embrionaria de los tratamientos de reproducción asistida consiste en transferir al útero el embrión que tiene más posibilidades de sobrevivir. Se realiza por vía vaginal y sin necesidad de anestesia. Aunque existe la creencia de que el reposo ayuda a la implantación del embrión, no hay evidencias científicas que respalden esta idea; las tasas de éxito entre las pacientes que descansan después del procedimiento y los que retoman sus actividades normales es la misma. Sin embargo, aunque no sea necesario permanecer en reposo, no es aconsejable realizar ejercicio aeróbico o de gran impacto, así como levantar peso en los días posteriores.
Estos días suelen ser de muchos nervios, ya que hasta pasados 12 o 15 días no se realiza la prueba de embarazo. Por eso es importante realizar actividades que nos gusten y mantenernos activas, lo que ayudará a bajar el nivel de estrés y ansiedad tan característicos de este periodo. Un periodo tan importante en los tratamientos de reproducción asistida que tiene nombre propio, es conocido como la betaespera.
[1] chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://repositorio.comillas.edu/xmlui/bitstream/handle/11531/46065/Barakat%2c%202020.pdf?sequence=1&isAllowed=y
En nuestra sociedad, la maternidad es considerada como un poder que tiene la mujer, algo innato, y cuesta entender que este “poder”, con el que se cuenta desde niñas, no sea real. El retraso en la edad de la maternidad es una de las principales causas de infertilidad; sabemos que a partir de los 35 años las posibilidades de lograr un embarazo de forma natural se van reduciendo, pero hoy día, la edad a la que una mujer intenta tener su primer hijo ronda los 33 años, y muchas lo hacen cerca de los 40, porque lo que ese embarazo, con el contaban, no llega.
La mujer siente que ha perdido el control, y centra su vida en conseguirlo, dejando a un lado la familia, el deporte, el trabajo, sus relaciones sociales y de pareja, es decir, sus rutinas. Dejar de hacer cosas gratificantes es más perjudicial que beneficioso, ya que, en un momento de estrés como el que se vive cuando se pasa por un proceso de reproducción asistida, la mujer necesita esos estímulos positivos.
Por otro lado, surgen varias emociones negativas, la ansiedad, la culpa, la rabia, la desesperanza, el miedo, … y la gestión de estas determinará como se va a vivir todo el proceso de la reproducción asistida. Las emociones negativas son inevitables, pero está demostrado que, si la mujer o la pareja acepta la situación, si afrontan los tratamientos de forma positiva, el tratamiento es más efectivo y tienen más adhesión a él. Aceptar la situación es, entre otras cosas, liberarse de la culpa, entender que nadie es responsable de tener baja reserva ovárica, las Trompas de Falopio obstruidas o endometriosis, factores, todos estos, que pueden causar infertilidad.
La psicóloga aconseja acudir a un especialista para hablar de cómo esta viviendo el proceso, ya que ni con el equipo médico ni con su entorno más cercano se abre como lo hace con un terapeuta.
En los últimos años se está hablando con mayor frecuencia de la reproducción asistida en ciclo natural, y hemos querido preguntar a la doctora Dolors Manau, ginecóloga en la Unidad de Reproducción Humana Asistida de Hospital Clínic de Barcelona, en qué consiste.
El primer bebé nacido en el mundo con fecundación in vitro lo hizo utilizando esta técnica, y al poco tiempo se recurrió a la estimulación ovárica, con el objetivo de que se desarrollaran varios folículos de manera simultánea y poder extraer varios ovocitos. De este modo, aumentaría el número de embriones, y con ellos las posibilidades de lograr un embarazo. La estimulación ovárica es necesaria en caso de la congelación de óvulos, pero se ha visto que no es necesaria en todos los tratamientos de fecundación in vitro.
Como explica la doctora Manau, la reproducción asistida en ciclo natural consiste en extraer el óvulo basándose en el ciclo natural de la mujer, sin utilizar medicación para producir más folículos. El óvulo será fecundado y transferido al útero más tarde, del mismo modo que cuando se utiliza estimulación ovárica se transfiere un único embrión, por lo que las posibilidades de lograr un embarazo son las mismas, aunque en el caso de utilizar estimulación ovárica hay más embriones preparados que se podrían implantar en caso de no lograr un embarazo con el primer embrión.
La reproducción asistida en ciclo natural puede hacerse siempre y cuando la mujer tenga ciclos regulares y sin alteraciones hormonales, y tenga, además, disponibilidad de asistir a controles a la clínica con mayor frecuencia.
Las nuevas tecnologías llevan años cambiando nuestra vida, simplificándonos tareas de nuestro día a día. Hemos hablado con el doctor Juan García Velasco, director de IVI Madrid y catedrático de ginecología y obstetricia, para que nos dé su opinión sobre si la inteligencia artificial cambiará también el abordaje de la infertilidad y la reproducción asistida.
En medicina, la inteligencia artificial lleva más de 20 años usándose, mejorando y facilitando los informes médicos, ayudando en el registros de pacientes, generando nuevas evidencias científicas, participando en el diagnóstico por imagen o la medicina individualizada, facilitando el descubrimiento de nuevas dianas terapéuticas, analizando y cruzando datos, participando en los ensayos clínicos, realizando pruebas y análisis en los laboratorios. Estas y un sinfín de aplicaciones con el objetivo de mejorar la calidad asistencial de los pacientes.
La pregunta es ¿cambiará la inteligencia artificial el abordaje de la infertilidad? Para el doctor García Velasco la respuesta está clara, sí.
Las técnicas de reproducción asistida han experimentado muchos avances en los últimos años; no resultan tan lejanos los partos gemelares, muy frecuentes cuando el embarazo se había conseguido con tratamientos de fertilidad, casos que hoy apenas se dan; prácticamente no existen complicaciones en la estimulación ovárica y las dosis de tratamiento cada vez son más ajustadas. Con la llegada de la inteligencia artificial, será posible aplicar tratamientos más individualizados, y, sobre todo, comprender el contenido genético para poder anticiparse a los problemas, explica el doctor García Velasco. Es decir, una medicina menos invasiva, más segura y personalizada para las pacientes.
Hablamos con el doctor Joaquín Llácer, ginecólogo especialista en reproducción asistida y director médico de Ginefiv, sobre los aspectos sociales y éticos del uso de técnicas de reproducción asistida, temáticas que surgieron cuando se empezó a investigar en esta área, y tras el nacimiento de la primera bebé nacida gracias a estas técnicas, en 1978. El creador de la fecundación in vitro, Robert Edwards, fue reconocido con el Premio Nobel de Medicina en 2010.
En España, en 2006 se publicó la Ley de Reproducción Asistida, que regula la práctica de los distintos tratamientos, la actuación de los profesionales sanitarios y contempla todos los posibles casos, adaptándose a los avances y descubrimientos científicos, para que todas las personas puedan hacer uso de estas técnicas de manera legal. Esta ley es de las más completas y permisivas de la Unión Europea, recoge los requisitos y necesidades para someterse a un tratamiento, pero no establece una edad límite, aunque las clínicas de fertilidad la sitúan sobre los 50 años en la mujer, que suele coincidir con el inicio de la menopausia.
La Comunidad de Madrid ha ampliado recientemente la edad a la que una mujer se puede someter a un tratamiento de fertilidad, situándola en los 45 años en mujeres y 55 en hombres; en Galicia los tratamientos de fertilidad se realizan hasta los 43 años y en Asturias hasta los 42, pero el resto de las comunidades siguen los criterios del Ministerio de Sanidad, limitándola a los 40 años.
La edad es uno de los principales dilemas a los que se enfrentan los especialistas, indica el doctor Llácer, ya que hay mujeres que acuden a las clínicas con más de 50 e incluso 60 años. La ley es explícita en cuanto a que las técnicas de reproducción asistida se realizarán únicamente cuando haya posibilidades razonables de éxito y no supongan ningún riesgo grave para la salud física o psíquica de la mujer, que tiene que haber sido informada previamente