Hablemos sobre las diferencias entre un óvulo fresco y uno congelado

¿Qué es mejor? ¿Óvulo fresco u óvulo vitrificado?

Muchas mujeres tienen la creencia errónea de que un óvulo congelado no tiene la misma calidad que uno fresco, pero lo importante es la edad a la que se ha extraído ese óvulo, bien para congelarlo como para usarlo. Es necesario que hablemos sobre las diferencias entre un óvulo freso y uno congelado.

“Hala, Alicia te has pasado”. Seguro que esto es lo primero que se te ha venido a la cabeza cuando has leído el título de este post, pero creo muy necesario que hablemos sobre las diferencias entre un óvulo freso y uno congelado. Lo que quería era llamar tu atención, y ¡creo que lo he conseguido!

Llevamos ya muchos meses compartiendo estos pequeños momentos de reflexión sobre el paso de gigante que ha supuesto para la humanidad que las mujeres podamos conservar nuestros óvulos y que no estemos presas de nuestro reloj biológico. Un tiempo injustamente programado, si me apuras. Porque ahora que vivimos más años y somos jóvenes más tiempo, se da la paradoja de que ese dichoso reloj se para muy pronto. Y, además, el tiempo que está funcionando tampoco nos da mucho margen para pensar qué queremos hacer.

“¡Bueno!”- dirás- “Esto ya lo tenemos claro”. Vale, es verdad que eso ya lo sabemos. Como también que lo ideal es ser madre cuanto antes, aprovechando que nuestros óvulos son jóvenes. Pero la pregunta que te planteo no va por ahí. La cosa está en que todavía hay muchas mujeres que piensan que, a pesar de que la edad juega en nuestra contra, siempre será mejor tratar de ser madre a los 40, si tenemos la suerte de quedarnos embarazadas de forma natural y con los óvulos de los que disponemos en ese momento, que recurrir a uno de esos óvulos que vitrificamos en su día.

Pues no. Es ahí donde está el error. Y te cuento por qué. Te recuerdo que las mujeres nacemos con todos los óvulos que vamos a tener a nuestra disposición durante toda nuestra vida fértil, que suele ser un millón aproximadamente. También sabemos que los 35 años es la edad en la que entramos en ‘terreno peligroso’. A esta edad, el 90% de los óvulos ya se ha perdido. Con el agravante de que los óvulos que hemos perdido eran mejores y conservaban mayor capacidad reproductora.

“¡¡Buff, Alicia!! ¡Y estamos hablando de ser madre a los 40!!”. Efectivamente, querida amiga. ¿Vas viendo por dónde va el título del post? Quédate con esta idea: a los 40, la caída es tan brusca que vamos ya en picado. No solo en reserva de óvulos, sino en calidad, y en posibilidades de quedarnos embarazadas. Que sí, que ya sé que me vas a decir que tu vecina ha sido madre con 42 años, que está tan pimpante y que ¡olé las noches sin dormir!, pero… desengáñate. No es ni lo mejor, ni lo habitual, ni lo más fácil.

Espero que, con todos estos datos, se te haya borrado de la cara esa expresión de ‘emoticono con sorpresa’. Es mucho mejor un óvulo congelado a los 33 años, que además conserva toda su calidad intacta, a empezar a jugar a la ruleta rusa a los 40 porque ‘lo natural siempre es lo mejor’ ¿De verdad crees eso?

“Vale, Alicia, me rindo. ¡Cambio mi cara de emoticono por el del pulgar hacia arriba!”.

Las necesidades de las pacientes de reproducción asistida

Afortunadamente, cada vez se habla más de las necesidades de las pacientes de reproducción asistida a nivel emocional, ya que puede ser un proceso largo, con bastantes altibajos emocionales, en los que la ayuda psicológica es fundamental.

Hemos hablado con Concha Cristóbal, enfermera y subdirectora de gestión de IVI Madrid, sobre las necesidades de las pacientes que pasan por este proceso, no solo a nivel físico sino emocional. “Cuando una mujer o una pareja comienza un tratamiento de fertilidad”, explica, “tiene muchos miedos, el miedo a no conseguir un embarazo, el miedo a tomar decisiones complejas y el miedo al dolor por los tratamientos.”

Cuidar la salud mental de las pacientes es esencial desde que se realiza un diagnóstico de esterilidad o infertilidad, ya que la ansiedad, la depresión y el estrés se dan con frecuencia en mujeres y parejas a las que se les ha diagnosticado infertilidad o esterilidad[1].

En primer lugar, hay un duelo, ya que hay es necesario aceptar que no van a poder tener un bebe del modo que les habría gustado; en ocasiones, además hay un fuerte sentimiento de culpa.

Los psicólogos de los centros de reproducción asistida realizan un acompañamiento desde el primer día para ayudar a controlar la cascada de emociones que se derivan de los tratamientos, principalmente en la mujer.

El acompañamiento, tanto por parte de profesionales sanitarios como del entorno más cercano, así como ponerse en contacto con personas que están pasando por el mismo proceso, así como manejar las expectativas son algunas de las claves para que la infertilidad afecte lo menos posible a las mujeres o parejas que no consiguen tener un bebé de forma natural.

La Sociedad Española de Fertilidad tiene una Guía de evaluación, consejo, apoyo e intervención psicológica en Reproducción asistida, destinada a los profesionales sanitarios que trabajan con parejas con problemas de fertilidad para que les sirva de apoyo a la hora de ofrecer un soporte psicológico en todo el proceso.

[1]https://www.cambridge.org/core/journals/advances-in-psychiatric-treatment/article/infertility-and-mental-health/12C29995CD4A52912CF84503C721EB62

 

Cómo saber si mis óvulos son válidos para preservarlos

¿Mis óvulos son válidos para preservarlos?

Después de conocer la historia de mi tía, he tomado la decisión de congelar mis óvulos y así preservar mi fertilidad para poder decidirme que momento usarlos, pero me surge la duda de cómo saber si mis óvulos son válidos para preservarlos.

Hay otra pregunta que ronda mi cabeza y es cómo puedo saber si mis óvulos son válidos para preservarlos. Después de conocer la historia de mis tíos María Luisa y Arturo, se me ha quedado la mosca detrás de la oreja y ya no quiero correr riesgos. Pero ahora me ha dado por pensar que, a ver si después de pasar por todo el tratamiento de estimulación ovárica para recuperar los óvulos y congelarlos, resulta que mis óvulos no valen, ¿cómo saberlo?

Pues parece ser que, de antemano no es fácil saberlo. Pero, lo que sí podemos saber de forma aproximada, son los óvulos que se podrían obtener y estimar las posibilidades de que esos óvulos sobrevivan a la vitrificación y desvitrificación. Esto pinta bien entonces y me da mayor seguridad porque así podremos valorar si merece la pena realizar la estimulación que necesitamos, recuperar los óvulos y congelarlos.

También me han dicho que una vez que tenemos los óvulos, se evalúan y solo se congelan los que alcanzan un grado de madurez necesario para vitrificarlos. Es decir, que lo que no te vas a encontrar nunca es la sorpresa de creer que tus óvulos reúnen todas las condiciones, los congelan así ‘por las buenas’ y luego vas a recuperarlos y resulta que no te sirven.

Saber esto creo es súper importante, es cierto que la ciencia está de nuestro lado. Nos está ayudando a dar ese paso de gigante que supone garantizar más posibilidades de ser madres y, además, serlo en el momento apropiado para nosotras, cada una con sus circunstancias. Pero me parece muy bien que tengamos siempre claro que ‘la ciencia no hace milagros’. Quiero decir que debemos aprovechar todas las bazas que tenemos, pero que no nos dejemos llevar por espejismos, ni falsas promesas de esas que te puedes encontrar por las redes sociales o simplemente en Google, de gente interesada que no te cuenta toda la verdad.

La vitrificación de óvulos es un paso de gigante de la ciencia. Me atrevería decir que aumenta nuestro potencial como mujeres y que nos ayuda a poder planificar nuestra vida y no tener que escoger o elegir. O que nos pase como a mi tía María Luisa, que por no conocer este avance se quedó sin la oportunidad de tener una familia, como ella quería. Pero precisamente porque es ciencia y es riguroso, tenemos que saber que hay otros condicionantes- como es la calidad de nuestros óvulos- que influyen en este proceso.

Con información sobre fertilidad habría tomado mejores decisiones

De haberlo sabido antes…

La infertilidad ha sido, de siempre, un tema tabú, y en el caso de mi tía, con información sobre fertilidad habría tomado mejores decisiones y podría haber cumplido su sueño de ser madre.

Estoy triste. Sí. Hoy he sabido el motivo de por qué mi tía María Luisa no pudo tener hijos. Y lo peor es que, con información sobre fertilidad, habría tomado mejores decisiones, con información y con los adelantos de la ciencia que tenemos hoy. Seguramente habría podido tener más posibilidades de formar la familia que tanto ansiaba.

Mi tía María Luisa y mi tío Arturo aparentaban siempre ser una pareja feliz. Con sus más y sus menos, como todas las parejas, pero se podría decir que era una pareja que se compenetraba y se quería. Cuando yo era pequeña no se hablaba de estas cosas con la naturalidad de hoy, pero recuerdo haber sorprendido alguna conversación tipo: «Qué pena que María Luisa no se queda embarazada”. Al principio de casarse, mis tíos no comentaban nada ni nadie les hacía ninguna pregunta ‘indiscreta’. Solo es que se les notaba que se les caía la baba cuando veían niños. Recuerdo lo cariñosos que fueron conmigo, mis hermanos y mis primos y lo espléndidos que eran en nuestros cumples. Pero los niños no llegaban.

Así que un día decidieron consultar con un médico. Ya estaban llegando casi a los 40 años y decidieron que si todavía había alguna oportunidad querían aprovecharla. Total, que cuando se hicieron las pruebas pertinentes los dos -porque la causa puede ser de uno de los dos, no solo de la mujer- era mi tía María Luisa la que tenía mayor dificultad. Se trataba de su baja reserva ovárica. Parece ser que era algo que había sido una constante a lo largo de su vida y que ahora, con la edad, esta tendencia se había hecho mayor.

Se quedaron desolados. No tenían ni idea de lo que era la reserva ovárica ni que podía ser baja, alta o vete a saber qué. ¡Es que hay muchas cosas que no sabemos! La cosa es así de sencilla: se trata de la cantidad de óvulos que tiene una mujer. En el caso de mi tía, bajo, y por eso tenía menores posibilidades para quedarse embarazada de forma natural. Y cuanto mayor eres, menos reserva ovárica, así que, les dijeron que sus posibilidades eran muy escasas.

Pasados los años, mi tía María Luisa leyó sobre la vitrificación de óvulos. ¡Madre mía! De haber conocido este avance de la ciencia cuando era joven, habría podido saber que su reserva ovárica era baja y tratar de pasar por el tratamiento de estimulación ovárica para así, obtener los suficientes óvulos maduros y congelarlos para asegurarse mayores posibilidades de ser madre.

Pero entonces, como decía, ni se hablaba de estas cosas, ni se conocían, ni la ciencia andaba ya tan avanzada. Por eso decía que me siento triste. Mi tía me ha contado esta historia al saber que yo ando interesada en conocer todo sobre la vitrificación de óvulos. Ella misma me ha animado a que me haga pruebas y que preserve mis óvulos por si acaso.

Lo que no le va a faltar nunca es nuestro cariño. El mismo que ella nos ha dado a nosotros, aunque no seamos sus hijos.

 

 

La solidaridad a través de la congelación de óvulos

He seguido investigando sobre la congelación de óvulos desde un punto de vista solidario, y la verdad me parece fantástico. Hoy os quiero explicar por qué la donación de óvulos con carácter solidario me parece una idea estupenda que puede ayudar a muchas mujeres.

Lo prometido es deuda. Ya os he comentado en el post anterior que iba a seguir indagando sobre las ventajas que ofrece la posibilidad de donar nuestros óvulos congelados, algo que he llamado la solidaridad a través de la congelación de óvulos.

Me pongo en la piel de esa mujer que quiere ser madre, pero no puede por diversas razones, médicas o sociales. La imagino pendiente de una lista de espera, a ver si hay otra mujer que dona óvulos frescos. Ahí ya tiene un primer escollo. Luego, tienen que sincronizar los ciclos menstruales de la donante y la mujer que lo recibe. Sin embargo, si la donación es de un óvulo congelado ya no hace falta que se coordinen y así se evita a la receptora que esté más tiempo del imprescindible con el tratamiento de preparación endometrial.

Pero es que, además, recibir óvulos congelados permite saber, con antelación, cuántos va a recibir la mujer receptora, mientras que si se hace la donación de un óvulo fresco esto no se sabe hasta el crítico día de la punción folicular de la donante. Es decir, hasta el mismo momento en el que el médico extrae los óvulos de la donante.

Si, además, la mujer que no puede tener hijos y decide tenerlos mediante donación necesita unas características específicas, otra vez, los óvulos congelados vienen en su ayuda, porque siempre se pueden buscar y seleccionar los más adecuados.

Me parece fantástico todo esto. Las que tenemos la posibilidad de ser donantes de nuestros óvulos congelados siempre sabremos que hay alguna mujer que ha logrado su sueño gracias a un gesto de solidaridad que no nos ha costado ningún trabajo y que es un procedimiento muy sencillo.

Realmente, la ciencia trabaja en favor de todas nosotras.

 

 

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