Hoy me gustaría hablar de la idea de una familia monoparental como proyecto de vida, algo que es posible gracias a la ciencia. Cada vez tengo más claro que las mujeres que deciden congelar sus óvulos son mujeres de las que se puede aprender mucho. Demuestran estar seguras de sí mismas y toman decisiones después de valorar bien pros y contras. Son mujeres con alta capacidad para liderar su propia vida. ¡Todo un ejemplo!”.
Esto estaba comentando mi hermana Carmen al hilo de su amiga Micaela, que tiene un niño de 6 años y lo tuvo gracias a que utilizó los óvulos que previamente había congelado, como unos 5 años antes o así. Rubén, que así se llama el pequeñín, es un niño feliz porque tiene lo principal: una madre entregada que tuvo visión de futuro y supo hacer las cosas bien.
Os cuento. Micaela fue siempre una chica especial. Nunca quiso tener ‘una pareja porque sí’. Por un ‘es que se te pasa la edad’. Por un ‘a ver si al final te vas a quedar sola por ser tan especial’. Mi hermana Carmen me comentaba que siempre fue así desde que eran pequeñas. Así que cuando un día decidió congelar sus óvulos por si acaso quería formar una familia monoparental, la verdad es que a su familia no le sorprendió. Es de esas decisiones que se catalogan como ‘de mujeres valientes y seguras que tienen las ideas superclaras’. Bueno, pues sí…Y no.
Micaela, como todo el mundo, es también vulnerable y también tiene miedos. La diferencia es que ella se asesoró muy bien antes de dar el paso. Acudió a una clínica especializada en este tipo de procesos. Según me cuenta mi hermana Carmen, lo que terminó de decidir a Micaela, no solo fue comprobar lo sencillo, rápido e indoloro que es el proceso- es que ni siquiera interrumpe tu vida normal- sino el acompañamiento humano que recibió en todo momento.
En esta clínica especializada en congelación de óvulos le explicaron que sí, que formar una familia monoparental es un reto porque te cambia la vida, pero que el poder de adaptación del ser humano es tal, que ‘si se quiere, se puede’. Y hay otro factor todavía más importante que la ayudó a decidirse, que es precisamente eso, la posibilidad de congelar sus óvulos en una edad estupenda (entonces Micaela tenía 29 años). Este factor le daría tiempo para pensar bien lo que quería hacer en un futuro. Una decisión que no la obligaba a ser madre si finalmente no se decidía. Una decisión que, incluso, podía beneficiarla si cambiaban sus planes de formar una familia tradicional, o ¿acaso no podía utilizar estos óvulos para inseminarlos con su supuesta pareja en el momento que ellos decidieran?
Micaela salió de esta primera consulta con todas estas ideas en la cabeza y con una sensación de seguridad y tranquilidad que era ese plus que le faltaba para decidirse. Unos días después pidió cita en esa clínica para comenzar el proceso de congelación de sus óvulos. Hoy, años después, es la mamá de Rubén. Un niño que ha traído toda la felicidad del mundo a su madre que lo tuvo porque en su día tuvo la certeza de que hacía lo correcto. Y, lo mejor, acompañada en todo momento por profesionales que se lo hicieron fácil. Porque es así de sencillo.
Hacía tiempo que quería hablar de las madres solteras por elección, y que lo son gracias a la congelación de óvulos y el fin de semana pasado conocí un caso. Estuve de cañas con unas amigas, habíamos quedado para ir de compras, nuestro objetivo: descubrir una maravillosa tienda vintage de la que habíamos oído hablar pero que ninguna sabíamos dónde estaba. A Marta le habían hablado de los bares y tiendas que había donde se encontraba la tienda, y adivinad qué, contra todo pronóstico… ¡LA ENCONTRAMOS!
Ya solo con encontrar la tienda y tener la oportunidad de pasar (aforo reducido, gracias “nueva normalidad”) te das cuenta de que esconde muchos tesoros muy especiales. Quizá el más maravilloso sea su propietaria, Elena, quien tiene un “no sé qué, qué sé yo” muy top.
Elena tendrá como unos 45 años y es una apasionada de la moda de corte clásico con toques rompedores, muy de los 80´s (os podéis imaginar la de joyitas que tiene en su tienda) y por cosas de la vida, no sé qué fue, que nos caímos bien y nos quedamos hablando con ella dentro de la tienda…
Marta, a quien le preocupa mucho las historias que hay detrás de cada negocio, cada bar y cada tiendecita que persiste abriendo todos los días y se mantiene pese a la pandemia que vivimos, le preguntó a Elena si podía sacar alguna experiencia motivadora de este último año que hemos vivido –¡de locos!, yo no me podía creer cómo de lanzada es esta chica para todo #nofilters-. Pues bien, Elena nos contó que lo mejor de vivir esta situación es haber podido disfrutar más tiempo de calidad con sus hijos Carlos y María, de 6 y 4 años. Nos enseñó unas fotos. Para comérselos. El caso es que yo me sorprendí porque me parecieron un poco pequeños para la edad que yo le había calculado a Rosario. Pero ella misma, como os digo, que es súper abierta, nos contó que había tenido a sus hijos gracias a que decidió congelar sus óvulos 10 años atrás. ¡OMG, no me lo podía creer, si si, como os lo cuento!
Aunque parezca que con esto del rollo vintage está en otra película, cuando nos contó su historia maternal, nos dimos cuenta de que no, todo lo contrario. Gracias a que es una mujer de mundo, estaba muy bien informada y en a la edad en la que las mujeres somos más fértiles ella veía que tenía otras prioridades, inquietudes y sueños que cumplir, decidió que la congelación de óvulos le prestaba toda la tranquilidad del mundo para ir dando los pasos que necesitara, cuando estuviese preparada. Ella nos contó que le gustaba mucho el mundo de la noche, los viajes y amanecer cada día sin saber que aventuras la esperaban. Nos confesó que cuando era más joven tenía claro que quería ser madre en algún momento, pero que entonces no se lo planteaba ni de broma, que no estaba dispuesta a dejar otros sueños de lado. Así que preservó su fertilidad.
Unos años después decidió ser madre soltera. Recuperó sus óvulos y pudo hacer su sueño realidad. Tal y como le aseguraron en su día, los óvulos reunían las condiciones perfectas para ser madre puesto que los había congelado antes de los 35 años. Rosario nos contó que el proceso fue muy sencillo. Nos decía riéndose que al principio iba un poco perdida. “Ya sabéis, de eso que empiezas a entrar en bucle y emparanoiarte pensando, ¿aguantarán para cuando por fin llegue el día en el que quiera sentar la cabeza? ¡Para nada!” Tras la primera consulta, Elena se quedó súper tranquila y convencida de que era la mejor forma de aplazar su decisión de ser madre. Así que se le quitó todo ese ‘miedo escénico’. Y nos comentó que lo más importante es asistir a un buen especialista, quien te explicará tus posibilidades y opciones para preservar tu fertilidad.
El primero de sus hijos fue Carlos. Elena no tenía muy claro si tener un segundo hijo o no, pero pensó que sería bueno que su peque tuviera un hermano. Y aquí tenemos a la preciosa María también. Y mira tú por donde, esta situación tan incierta que estamos viviendo todos les ha permitido disfrutar mucho tiempo juntos. Elena nos dijo que ahora es cuando realmente se había dado cuenta de que tomó la mejor decisión de su vida el día que congeló sus óvulos. Ahora tiene a su familia. Se siente muy feliz de poder disfrutarlos. Nos aconsejó que pensáramos en ello, ahora que todavía somos jóvenes. ¡Y tanto! Ya estamos viendo que la vida da mil vueltas… pero lo que no sabía es que yo ya estaba poniéndome al día…