Ayer estuve tomando café con mi amiga Marita y me dijo que es lesbiana, lo cual me llevó a pensar en la maternidad en una pareja formada por dos mujeres. Me alegré de que por fin hablara de sí misma abiertamente. Nuestra sociedad ha avanzado mucho en ese aspecto, para el bien de tantas personas que tienen derecho a vivir su orientación sexual con naturalidad y libertad, igual que los demás.
Marita me comentó que acaba de conocer a una chica. Van poco a poco, pero dice que se siente feliz hasta el punto de que, llegado el momento, le gustaría formar una familia con ella. Sin embargo, cree que todavía es pronto para las dos. Primero, porque se están conociendo. Van sin prisa, pero sin pausa, descubriendo sus sentimientos. Dejándose llevar. Y, en segundo lugar, porque no es el momento para ninguna de las dos.
El confinamiento les ha cambiado la vida. A primeros de año habían hablado de montar un vivero de flores exóticas. Pero ahora tienen que volver a hacer números, renegociar el alquiler del espacio que habían visto a las afueras de Madrid para cultivar este tipo de plantas que necesitan unas condiciones especiales.
A esta incertidumbre hay que añadir que Marita se acerca a los 30 años y su pareja, Cristina, tiene ya 33 años. El dichoso reloj biológico que no entiende de crisis, de números, ni de sueños aplazados.
Mientras Marita me comentaba estas cosas se me vino a la cabeza el tema de la congelación de óvulos. Así que le hablé de mis pesquisas al respecto. Creo que a Marita le puse ante sus ojos un mundo de posibilidades que no había imaginado. Ella ha oído hablar de estas cosas como todo el mundo. Un día cae un artículo en tus manos y lo lees por curiosidad más que por otra cosa. Son cosas que están ahí, pero no las ves para ti.
Yo le dije que Juan Luis y yo también estamos estudiando esta posibilidad. Por eso podía ofrecerle la información que tengo. Le comenté que es una técnica segura que permite congelar los óvulos y recuperarlos en las mismas condiciones inalteradas porque conservan todas las propiedades de los óvulos jóvenes, como es el caso de ambas, con independencia del momento en que decidan utilizarlos. Le dije también que esta técnica mantiene las mismas oportunidades de éxito de quedar embarazada que en el momento de la vitrificación. E, incluso, permite la posibilidad de no utilizarlos si no quieres. En definitiva, una técnica ideal para Marita y para Cristina si acaban consolidando su relación y los números del vivero salen.
Les recomendé que se informaran bien porque las dos pueden congelar sus óvulos ahora que todavía están en una edad adecuada. Estoy contenta porque al despedirnos Marita estaba muy animada. Deseando contarle a Cristina nuestra conversación. Al día siguiente me llamó por teléfono para decirme que a Cristina le ha parecido una idea fabulosa y que ya están buscando más información.
Sin duda, es el mejor camino a seguir para ellas. Es un seguro para su futuro.
Ahora que vamos retomando la normalidad me he puesto a pensar sobre cómo ha afectado la pandemia de la Covid-19 a la maternidad, creo he llegado a la conclusión de que la maternidad puede estar a salvo de incertidumbres con la congelación de óvulos. La pandemia ha transformado el mundo que conocíamos, y cuando hablo de nuestro mundo, me refiero también a nosotros mismos como personas y dentro de nuestras circunstancias personales.
Ya os he comentado en otra ocasión que, durante este tiempo de confinamiento, mi pareja, Juan Luis y yo, hemos reflexionado mucho sobre temas trascendentales. Y uno de ellos ha sido la posibilidad de formar una familia. Afortunadamente, los dos estamos sanos y, a priori, no tendríamos problemas para afrontar este reto a nivel sanitario. Sin embargo, como decía antes, el mundo al que salimos es mucho más incierto y, se nos presenta como una variable más a tener en cuenta cuando decidamos dar un paso que marcará nuestras vidas para siempre.
Este es el momento de retomar nuestras reflexiones sobre la posibilidad de congelar mis óvulos porque no olvidemos que el reloj biológico de una mujer no entiende de crisis. Sigue su camino inexorablemente. Por lo tanto, la congelación de óvulos nos parece una opción cada vez más interesante.
Yo soy joven y estoy en el mejor momento de mi fertilidad. Recordemos que la vida fértil femenina dura menos de 30 años. Son tres décadas en las que las mujeres podemos ser madres. A los 14 años la mayoría de las mujeres ya hemos empezado a ovular, pero a partir de los 35, las posibilidades biológicas de ser madre van descendiendo. Esto no significa que sea imposible quedarse embarazada. Seguro que todos conocemos casos de mujeres que incluso creían estar en la menopausia y cuando han ido al médico para comprobarlo, se han encontrado con que estaban embarazadas sin habérselo propuesto. Pero esta no es la mejor opción, teniendo otras edades en las que la maternidad, no solo es más probable de conseguir, sino que nuestros óvulos son de mejor calidad. Un factor que nos parece trascendental. Hablamos de una nueva vida.
Así pues, nos encontramos ante la paradoja de que a partir de los 14 años y hasta los 30 somos más fértiles y la calidad de nuestros óvulos es mejor. Pero suele coincidir con el momento de nuestras vidas en que ser madres no está entre nuestras prioridades. Generalmente, por motivos profesionales. Esto era así en la ‘normalidad’ que conocíamos hasta ahora. Así que, tal y como se presenta el futuro, -que más futuro, es ya nuestro presente-, está claro que las mujeres tenemos un factor negativo más que añadir al que nos proporciona el rigor de nuestro reloj biológico.
Francamente, Juan Luis y yo, no sentimos que este momento sea el más adecuado para plantearnos formar una familia. No sabemos si habrá un rebrote. No sabemos si podremos mantener nuestros trabajos como hasta ahora. E incluso, aunque podamos mantener nuestro estatus, de lo que sí estamos seguros es que las condiciones de vida no van a ser fáciles para casi nadie.
Pero, a pesar de las dificultades, tenemos a la ciencia y a la tecnología de nuestro lado. Creemos que somos afortunados porque tenemos la posibilidad de eliminar de nuestras vidas un factor más a las preocupaciones que tenemos todos. Congelar mis óvulos nos ofrece la posibilidad de iniciar ese camino juntos cuando realmente sintamos que es el momento de intentar quedarme embaraza. Y lo mejor aún, contando con unos óvulos de la calidad de mi etapa de máxima fertilidad. Con el añadido de que este momento puede coincidir con una etapa de mayor estabilidad, tanto en el mundo exterior, como en el nuestro como pareja. La congelación nos ofrece posibilidades similares de embarazo habitual sin la carga emocional que ahora no podemos asumir.
Juan Luis y yo creemos que liberarnos de este peso añadido nos acercará todavía más como pareja, porque no nos veremos influenciados por variables que podemos manejar. De esta forma, podremos generar las mejores condiciones en la que recibamos a nuestros hijos sin factores adicionales negativos que nada tienen que ver con el amor, la entrega y la devoción que debe guiar a cualquier persona cuando da ese paso tan importante, como es el de dar vida.
Hasta pronto, Alicia.
Aquí estoy de nuevo, amigos. Estos días he visitado a una pareja amiga mía; él está recibiendo quimioterapia, y me han contado que están hablando de formar una familia después de superar el cáncer. Me he puesto a reflexionar sobre la familia, la maternidad y las posibilidades que nos ofrece la tecnología para que decisiones tan importantes como esta no estén condicionadas por factores que no podemos controlar.
Alfonso está luchando contra el cáncer desde hace algunos meses. Afortunadamente, su coraje y los tratamientos están surtiendo efecto positivo, pero qué duda cabe que una situación de esta magnitud nos hace reflexionar sobre cosas que, hasta ahora, no estaban en nuestros planes.
Este es el caso de Alfonso y Sandra, como os comento, unos buenos amigos que han visto cómo su vida ha cambiado de forma drástica y, además, en un momento en el que estaban planteándose ser padres.
Y es que cuando nos enfrentamos a una enfermedad como el cáncer, todas nuestras fuerzas se dirigen a superarlo con éxito, por supuesto que sí, pero ello no tiene por qué suponer una traba para pensar en el futuro. Es más, creo que debemos hacerlo como medida terapéutica para nuestra recuperación.
Después de los primeros momentos, Alfonso y también Sandra, se están resituando en su vida. Gracias a que todo está fluyendo bien, han vuelto a hablar de lo maravilloso que sería formar una familia juntos. Pero evidentemente, ahora no es el momento. Ni tampoco saben cuándo podrán realizar su sueño. Dependerá de la evolución de Alfonso. Cuando me lo comentaron, sentí cierta desolación en sus palabras porque es una posibilidad que contemplan muy lejana y a veces, hasta poco probable.
Así que se me ocurrió decirles que ando investigando sobre las posibilidades que ofrece la congelación de óvulos. Al principio, me miraron con sorpresa porque no se lo habían planteado, ni siquiera habían leído sobre ello. Era un tema que no suscitaba su interés. Pero me hizo mucha ilusión ser útil para mis amigos en este momento y les ofrecí la información que he recopilado hasta ahora.
Les dije que la congelación de óvulos es una técnica sencilla y cómoda. Un factor que siempre es importante, pero para nuestra amiga Sandra, es mucho más relevante porque ahora más que nunca, sus fuerzas están puestas en ayudar a Alfonso. Lo último que podría pensar es en involucrarse en un proceso complicado que añadiera más estrés a la difícil situación por la que están atravesando. Así que este primer factor suscitó su interés en seguir informándose sobre este proceso.
A pesar de esta ventaja, a Sandra y Alfonso les suscita cierta suspicacia el que pueden estar congelados los óvulos y cómo serán las condiciones en las que se han mantenido cuando ellos puedan ser padres. Les comenté que el estado de conservación es óptimo en todo momento, porque se preservan con ‘toda su juventud’. Es decir, que, aunque Sandra cumpla años, sus óvulos mantendrán la edad que tenían cuando fueron congelados. Ahora tiene 31 años, una edad fantástica para someterse a este proceso.
Este aspecto ha sido muy tranquilizador para ellos, porque, al margen de tener que esperar a que Alfonso esté plenamente restablecido, ellos no quieren estar condicionados por el factor tiempo inmediatamente después del tratamiento de él. Ambos quieren estar seguros de que el momento elegido será bueno para los dos, a nivel clínico, mental e incluso, laboral. Porque si algo quieren tener claro, es que formar una familia no sea una ‘obligación’ porque se pasa el tiempo, porque los óvulos presentarán otras condiciones o porque teman una posible recaída de Alfonso.
Después de comentarles todos estos factores me sentí muy reconfortada porque me di cuenta de que les había llevado un soplo de tranquilidad y de alegría. ¡Qué bueno ser útil para mis amigos en un momento tan complicado! Cuando prácticamente habían desechado la posibilidad de ser padres, entre otras cosas, porque les da miedo pensar en el futuro.
Allí les dejé planificando ese momento tan hermoso, como es el de formar una familia y hacerlo cuando ambos estén preparados les ha llenado de ilusión. Sin duda, la tecnología está jugando una gran baza en su favor. Y la congelación de óvulos es una de ellas. Otra más.
Hasta pronto. Alicia.
Hola, os saludo de nuevo. Si hay un tema de interés en estos momentos es el Covid-19. Nos ha obligado a parar, a quedarnos en nuestras casas, y por esto mismo, creo que la crisis del coronavirus puede ser un tiempo para reflexionar sobre la maternidad. La pandemia ha cambiado nuestras vidas de un día para otro, sin darnos tiempo para reaccionar y que nos obliga a cambiar nuestras rutinas. En el post anterior me definí como una mujer de mi tiempo, interesada en la actualidad y en los avances que la tecnología nos ofrece a las mujeres.
Os escribo desde mi casa, donde estoy guardando las normas que nos piden las autoridades sanitarias, como millones de personas. Un hogar que comparto con mi pareja. Juan Luis y yo vivimos una vida como la de la gran mayoría de la gente, regida por horarios, reuniones, decisiones y estrés. De repente, nos hemos visto confinados en casa. Uno frente a otro.
Una vez pasados los primeros días que hemos dedicado a reprogramar nuestra vida, estamos dedicando tiempo para nosotros. Para charlar sobre todo tipo de temas.
Y hoy, ha salido el tema de ser padres. Hace tiempo que pensamos en ello de vez en cuando, pero los días pasan y seguimos a lo nuestro. “Ya hablaremos de ello”.
Nos ha dado por pensar que en estos momentos que parece que todo se nos complica, debemos ser capaces de encontrar la oportunidad de ser agradecidos con la vida. Vivimos en una sociedad avanzada que nos permite tomar decisiones importantes cuando estemos realmente preparados para ello. La tecnología nos facilita la posibilidad de decidir el momento adecuado para formar una familia.
En estos días estamos leyendo sobre la congelación o vitrificación de óvulos. Nos sentimos realmente afortunados de pensar que cuando estos momentos complicadísimos pasen para todos, podremos tomar la decisión adecuada. Con total garantía de seguridad, en el momento en el que nosotros nos sintamos anímica y emocionalmente preparados.
Lo primero que hemos sabido cuando hemos empezado a buscar información es que la congelación de óvulos es una técnica cómoda y sencilla que nos permite a las mujeres planificar nuestro futuro al poder buscar el embarazo cuando sea el momento adecuado.
Es decir, que esta técnica preserva nuestra fertilidad si así lo deseamos. Está indicada en mujeres jóvenes, como es mi caso, por ejemplo, con deseo de ser madres a largo plazo, aumentando la probabilidad de que el óvulo esté en buenas condiciones.
A Juan Luis y a mí nos parece muy importante porque la congelación hace que la calidad de los óvulos se conserve durante todo el tiempo que los óvulos permanecen congelados. De esta manera, cuando queramos hacer uso de los óvulos, éstos tendrán la edad de cuando decidimos congelarlos. El paso del tiempo no los habrá deteriorado.
Otra ventaja añadida es que también aumenta las probabilidades de que el embarazo sea posible, porque depende más de la edad de los óvulos, que de la edad de la mujer en el momento de hacer la fecundación in vitro (FIV).
¡Qué maravilla! Está claro que la tecnología constituye una aliada porque podemos preservar lo mejor de nosotras a nivel biológico, para ser madres cuando el momento anímico y emocional nos diga que es adecuado.
Juan Luis y yo nos hemos mirado después de saber esto y nos hemos sentido reconfortados. Porque, son tiempos difíciles, sí. Todos nos hemos unido para luchar contra un virus que no conocemos. No solo por nosotros y nuestros seres queridos, sino también, para preservar la salud de nuestros vecinos.
Pero al mismo tiempo, hemos sido capaces de encontrar el lado positivo porque este confinamiento nos otorga la posibilidad de dedicar tiempo a pensar, a charlar, a escucharnos. A informarnos con tranquilidad sobre temas tan importantes como es formar una familia. Momentos para calibrar y decidir. Sin prisas, sin estrés, ni agobios.
Vamos a abrir una botella de vino para acompañar un rico aperitivo. Queremos celebrar que estamos sanos y que la vida tiene mucho que ofrecernos. Ahora y en el futuro.
Alicia.
Hola, me llamo Alicia, soy una mujer de 28 años que acaba de entrar en el ámbito profesional. Además, soy una mujer de mi tiempo y considero que la congelación de óvulos es un avance más en la igualdad de género. Soy, además, muy consciente de la situación de las mujeres en el mundo que nos ha tocado vivir.
Uno de los temas de mi interés es el relacionado con la maternidad dentro de la sociedad de hoy. Conjugar nuestro rol de mujeres con el mundo profesional y personal es un reto para la mayoría de nosotras. Eso, sin olvidar el factor del reloj biológico, que es, sin duda, un gran condicionante.
Las mujeres hemos alcanzado logros sociales, económicos, culturales y políticos, pero todavía nos queda camino por recorrer. Uno de ellos es el de la igualdad entre hombres y mujeres a la hora de tener hijos. Un camino en el que, bajo mi punto de vista, no debemos renunciar a nuestra condición de mujeres y madres.
Estoy convencida de que la congelación de nuestros óvulos es un avance tecnológico y sanitario que nos ayuda a lograr esa igualdad tan necesaria. No solo para nosotras, las mujeres, sino también para los hombres. Porque en la medida en que seamos independientes para tomar nuestras decisiones, ellos se sentirán mucho más libres para decidir con nosotras e implicarse en nuestras vidas.
Hoy en día tenemos la posibilidad de gozar de autonomía corporal y reproductiva con plenas garantías de seguridad. Es una magnífica oportunidad para aprovechar las ventajas que ello nos ofrece.
Lo primero que tenemos que hacer si estamos valorando congelar nuestros óvulos es informarnos bien de todo el proceso, de las posibilidades que tenemos cada una de nosotras, y de cómo afectará esta decisión tan importante a lo largo de nuestra vida. Por lo tanto, lo primero que debemos hacer es recabar toda la información posible que esté en nuestras manos. Eso es lo que estoy haciendo yo.
Tengo que confesaros que me ha sorprendido saber que, en los últimos años, el número de mujeres que ha decidido congelar sus óvulos ha crecido en un 50%. Me parece un logro de nuestra sociedad, porque quiere decir que cada vez confiamos más en el avance de la medicina y que contemplamos estos avances como un aliado a nuestra condición de mujeres y potenciales madres.
Al igual que la píldora fue un gran primer paso para ayudar a las mujeres a elegir el momento de ser madres- o, incluso, de no serlo-, hoy contamos con la posibilidad de reservar nuestros óvulos más jóvenes, gracias a un método extremadamente confiable, que nos puede ayudar a resolver otro gran condicionante para ser madres, como es nuestra edad.
¿Te has fijado en la cara de satisfacción de las mujeres que han decidido dar este paso? Está claro que esta innovación tecnológica y médica proporcionar vidas más satisfactorias para estas mujeres porque les ofrece mayores posibilidades de cumplir su deseo de tener hijos en un futuro, cómo y en el momento que ellas eligen.
Un paso adelante que celebramos en este Día Internacional de la Mujer. Enhorabuena a todas las que os habéis decidido a congelar vuestros óvulos.
Alicia.