No sé si os he comentado que estudié el último año del Bachiller en Estados Unidos. Estuve con una familia con la que mantengo una relación estupenda. De hecho, parte de mis vacaciones de este año las he pasado con ellos. Mi hermana americana, Shamay, es enfermera. Tiene 27 años y este año ha congelado sus óvulos. Ella siempre ha querido ser madre. Desde pequeñita jugaba a serlo. Por eso me sorprendía que todavía no lo fuera, pero me contó que había decidido preservar la fertilidad para no renunciar a la maternidad. Le pregunté que por qué se había animado a congelar sus óvulos en vez de lanzarse ya a por el bebé.
Shamay me dijo que sigue teniendo ese sueño igual que cuando era niña, pero que siente que no ha encontrado a la pareja adecuada. Yo le dije: “A ver, Shamay, tienes que elegir por ti y tu vida”. Pero ella es muy ‘cabezona’ y para ser madre quiere contar con una pareja y formar una familia. Es más, me confesó que había llegado a obsesionarse con el tema porque, aunque somos todavía jóvenes, ya se sabe… A nada que te embobes te plantas en los treinta y pico- y el ‘pico’ suele ser cercano a los 40- y las posibilidades de ser madre merman que no veas.
Total, que fue a su médico y le dijo: “Shamay, congela tus óvulos ahora que eres joven. Es un proceso muy sencillo, fácil y seguro. Te va a permitir rescatar esos óvulos- los mejores porque eres joven- cuando realmente aparezca esa pareja que tienes en tus sueños”.
“Fíjate- me dijo- que no lo había pensado siquiera, pero cuando el Dr. Johnson me lo recomendó se abrió ante mí el oasis. Sentí que me despresurizaba”. Efectivamente, me comentó que el proceso es tan sencillo que ni te enteras y que, además, estás acompañada y asesorada en todo momento por especialistas.
Hace 7 meses que congeló sus óvulos y su vida es otra. Ahora ya no piensa en la pareja ideal cuando está conociendo a alguien. “Me había obsesionado tanto, que ya ni disfrutaba porque analizaba todo de la otra persona”. Ahora queda, disfruta, lo pasa bien… Oye, y si no es la pareja que ella considera adecuada, pues guarda un buen recuerdo del momento y a seguir viviendo. “Estoy convencida de que mi pareja ideal llegará para formar esa familia con la que tanto sueño”.
¡Hola, queridos amigos! Espero que el regreso de las vacaciones se os haga lo más llevadero posible. Ayer ya fue la primera quedada de la temporada con amigas para ponernos al día de las vacaciones y esas cosas. Lo normal. Algunas hemos cumplido años en verano y nos contamos cómo había ido la cosa. No nos podemos quejar, la verdad. Pero lo mejor, sin duda, fue cuando Macarena nos contó cuál había sido su mejor regalo de cumpleaños: la congelación de óvulos. ¡Una idea genial!
Macarena lo tiene claro desde hace mucho tiempo. No quiere que su posibilidad de ser madre dependa de encontrar la pareja adecuada antes de los 35 años (recuerdo que antes de esa edad, es la ideal para congelar nuestros óvulos porque la vitrificación no es lo mismo que ‘hacer milagros’, sino aprovechar el mejor momento de nuestros óvulos y de mayor fertilidad para su preservación. Y ese momento es antes de los 35 años).
Bueno, no me enrollo más. Sigo. El caso es que Macarena se agobiaba- o mejor dicho- se indignaba cada vez que pensaba que la naturaleza nos permite un período de tiempo demasiado corto para ser madres y que somos las mujeres las que al final, tenemos que sacrificar, o la carrera profesional, o encontrar la pareja adecuada, o ser madres solas, o buscar un hermanito para un hijo que ya tienes… ¡Que no! ¡Eso se acabó! Así que este año ha pedido a su familia que le regalen la vitrificación por su cumpleaños. Un regalo súper práctico, realista y que le aportará esa tranquilidad que necesita, sin andar eligiendo “o esto o lo otro”. Ahora se trata de “y esto, y esto otro también”.
Así que Macarena está tan contenta que hemos decidido hacer una fiesta para celebrar este gran regalo de cumpleaños. Macarena ha dado un paso importante para todas las mujeres.
Cuando llegué a casa se lo conté a Alfonso. ¿Cuál creéis que fue su reacción? “No me extraña. Macarena siempre ha sido una chica decidida, inteligente y que va siempre por delante”.
Pues ahora que lo pienso yo … ¡Es verdad!
Ayer fuimos Alfonso y yo a cenar a casa de mis padres. Mientras preparábamos la cena, mi madre me comentó, un poco sorprendida: “Si es que ahora hasta se planifica la fertilidad, cuando ser madre tiene que ser algo natural”. Ella conocía ya lo que opino de planificar el momento de ser madre preservado la fertilidad. Le pregunté a qué se refería con eso de “algo natural”. “Mujer, pues a esperar a que la naturaleza haga su trabajo”. “Mamá”- le dije- “¿y si cuando la ‘naturaleza puede hacer su trabajo’ hay circunstancias que te lo impiden? ¿No será mejor prevenirlo? Planificar es parte de la vida, en cualquier circunstancia”.
Le expliqué a mi madre las ventajas de planificar el momento de ser madre, comenzando por congelar tus óvulos cuando eres joven. Tengo amigas que se han decidido a ser madres llegando a los 40, más como última oportunidad que por convicción. “¡Tengo el reloj biológico encima!”. Hoy en día no hay ninguna necesidad de ello. Esta maternidad tampoco es ‘natural’ porque viene condicionada por las circunstancias y la edad.
Ya sabemos que los mejores óvulos y las mayores oportunidades de ser madres las tenemos hasta los 35 años. Si es entre los 20 y los 30 años todavía mejor. Y ya sabemos que esos años son fundamentales para nuestro desarrollo como profesionales. No solo para nosotras sino también para nuestra pareja, que se nos olvida que también ‘cuenta’ y que también tiene que estar preparada o preparado para tener un hijo.
Así que le expliqué a mi madre que la congelación de óvulos es un proceso muy sencillo que solo necesita un proceso de estimulación ovárica para extraer los óvulos después. Nada de molestias posteriores y con un poco de anestesia. Y los recuperas cuando quieras.
Me hizo gracia cómo iba cambiando la expresión de la cara de mi madre cuando le conté todo esto. Del ceño fruncido a la sorpresa y la convicción. Mi madre ha sido siempre muy abierta, pero es cierto que en su generación las cosas funcionaban de otra manera. Acabó por decirme: “¿Planificar la fertilidad? ¿Y por qué no? Vamos a cenar. ¡Todo el mundo a la mesa!”.
No es algo nuevo, todas sabemos que el estrés puede ser el peor enemigo para conseguir un embarazo, y por eso, es muy importante tenerlo en cuenta a la hora de planificar nuestra maternidad, ahora o más adelante. Pensemos que acabas la carrera y empiezas a hacer prácticas en una empresa en la que querrías quedarte. El nivel de estrés que probablemente te supone estar con ese nivel de exigencia en la cabeza puede ser brutal. Y, además, de afectarte en el plano emocional, puede estar repercutiendo directamente en tu fertilidad y tu capacidad para quedarte embarazada. Tú no lo sabes y ni siquiera lo piensas porque das por hecho que, como eres joven, puedes tener un hijo cuando quieras.
Hablando con un amigo psicólogo sobre esto me dijo que no me faltaba razón, pero lo peor de todo es que no estamos acostumbrados a relacionarlo. Me viene a la cabeza la situación de Sara, una compañera de trabajo con la que empecé una amistad hace algún tiempo cuando empezamos como becarias. Para ella, cualquier situación es motivo de estrés y lo pasa fatal. Se casó hace un año con mucha ilusión por ser madre enseguida y todavía no sabemos nada. ¿Y si estuviera pasando por una situación así?
De nuevo le pregunto a Paco, este amigo que os digo que es psicólogo. “¿Qué puede hacer Sara?”. “Lo mejor es que venga a consulta y empecemos a trabajar sobre ese estrés y, una vez que lo tengamos controlado, le recomiendo que congele sus óvulos ahora que es joven, porque ella siempre va a tener tendencia a estresarse y ya vemos que, con casi toda seguridad, puede ser un factor que esté influyendo en su fertilidad”, me dice.
La verdad es que me ha parecido ¡una gran idea! La congelación de óvulos antes de los 30-34 es ideal porque preservas los mejores óvulos para el momento adecuado, que, en el caso de Sara, será cuando aprenda a controlar el estrés. Cuando ella se sienta preparada y no tenga esa ansiedad por hacer todo bien en el trabajo.
Las cosas han cambiado y ahora eres tú, como mujer, la que decide y prioriza sus necesidades sin renunciar a nada. Ya le diré a Sara que no deje pasar el tiempo, esto es lo más importante, que controle ese estrés, que afecta a nuestra calidad de vida y que aproveche ahora que la ciencia está de nuestro lado
Parece que las cosas están cambiando y gracias a la ciencia, ahora puedo elegir cuando ser madre. ¡Menos mal! Hace unos años, la congelación de óvulos solía ser la opción para aquellas mujeres que pasaban por tratamientos de quimio o radio. La preservación de óvulos les daba la posibilidad de ser madres en un futuro. Pero ahora, no solo se deciden por esta práctica las mujeres que atraviesan dichos procesos médicos, sino que es una elección que toman muchas mujeres que quieren ser madres en un momento posterior de su vida. La conservación de óvulos se ve de otra manera. La mirada de la sociedad ha cambiado.
Y yo creo que a todas nos parece estupendo. Es un sentimiento colectivo porque, al final, somos muchas las que creemos que se puede ser madre sin renunciar a todo lo demás. Si lo pensamos, ¿cuántas mujeres han tenido éxito profesional a costa de renunciar a la maternidad? Algo completamente injusto.
Sin embargo, el planteamiento está cambiando y cada vez conozco más casos a mi alrededor de chicas que han tomado las riendas de sus vidas y ya no esperan a verse en una edad comprometida. Es una suerte contar con la posibilidad de preservar nuestros óvulos en perfectas condiciones, sin molestias y con la tranquilidad de que puedes tratar de ser madre en el momento en el que tú lo desees.
Ya no tenemos por qué ser madres en una edad tardía. Ni vivir angustiadas con el tictac constante del reloj biológico. Ni esperar a tener la pareja ideal para tener un hijo. Ni mucho menos dejar de crecer profesionalmente. La ciencia nos lo pone más fácil y nosotras tenemos que aprovechar la oportunidad.
Como muchas otras mujeres, puedo vivir la vida que quiero sin renunciar a ser madre. Porque, ahora, sí que puedo decir: “Yo elijo cuándo ser madre”.