Preservación de la fertilidad por causas médicas

La preservación de la fertilidad por causas médicas está recomendada cuando una mujer vaya a comenzar cualquier tratamiento que pueda ver reducida su capacidad reproductiva o una enfermedad o condición genética que pueda tener un efecto negativo en su fertilidad.

En el caso de un cáncer de mama, las tasas de supervivencia son superiores al 80%, gracias al diagnóstico temprano a la mejora de los tratamientos. Muchas de estas mujeres no habían tenido hijos antes del cáncer, por lo que es una petición cada vez más frecuente congelar sus óvulos antes del tratamiento, para no privarles de la capacidad de ser madres.

En la European Fertility Week, celebrada la primera semana de noviembre desde 2016, hablamos con la doctora Ana Polo Ramos, Directora del programa de Reproducción Asistida de la Fundació Puigvert – Hospital de Sant Pau de Barcelona, sobre preservación de la fertilidad por causas médicas.

Cuando se realiza una preservación de la fertilidad por causas médicas, el procedimiento no varía al de una mujer que quiere congelar sus óvulos para retrasar su maternidad.

El tratamiento comienza con una estimulación ovárica, que suele empezar con el segundo día del periodo menstrual, aunque en mujeres a las que se les ha detectado un cáncer, esta estimulación puede realizarse en otro momento para ganar algo de tiempo, ya que la congelación de óvulos se realiza antes de la quimioterapia o la radioterapia, pero esta debería empezar cuanto antes para evitar que el cáncer se extienda.

La estimulación ovárica, consistente en la inyección de hormonas, dura entre 10 ó 12 días, después de los que se extrae el líquido folicular y de ahí los ovocitos para su posterior congelación.  Como explicó el doctor Luis Rodríguez Tabernero, jefe de la unidad de reproducción humana asistida del Hospital Clínico Universitario de Valladolid en esta entrevista, “una vez que una mujer ha superado el cáncer, puede ser madre con garantías.”

 

Hablemos sobre las diferencias entre un óvulo fresco y uno congelado

¿Qué es mejor? ¿Óvulo fresco u óvulo vitrificado?

Muchas mujeres tienen la creencia errónea de que un óvulo congelado no tiene la misma calidad que uno fresco, pero lo importante es la edad a la que se ha extraído ese óvulo, bien para congelarlo como para usarlo. Es necesario que hablemos sobre las diferencias entre un óvulo freso y uno congelado.

“Hala, Alicia te has pasado”. Seguro que esto es lo primero que se te ha venido a la cabeza cuando has leído el título de este post, pero creo muy necesario que hablemos sobre las diferencias entre un óvulo freso y uno congelado. Lo que quería era llamar tu atención, y ¡creo que lo he conseguido!

Llevamos ya muchos meses compartiendo estos pequeños momentos de reflexión sobre el paso de gigante que ha supuesto para la humanidad que las mujeres podamos conservar nuestros óvulos y que no estemos presas de nuestro reloj biológico. Un tiempo injustamente programado, si me apuras. Porque ahora que vivimos más años y somos jóvenes más tiempo, se da la paradoja de que ese dichoso reloj se para muy pronto. Y, además, el tiempo que está funcionando tampoco nos da mucho margen para pensar qué queremos hacer.

“¡Bueno!”- dirás- “Esto ya lo tenemos claro”. Vale, es verdad que eso ya lo sabemos. Como también que lo ideal es ser madre cuanto antes, aprovechando que nuestros óvulos son jóvenes. Pero la pregunta que te planteo no va por ahí. La cosa está en que todavía hay muchas mujeres que piensan que, a pesar de que la edad juega en nuestra contra, siempre será mejor tratar de ser madre a los 40, si tenemos la suerte de quedarnos embarazadas de forma natural y con los óvulos de los que disponemos en ese momento, que recurrir a uno de esos óvulos que vitrificamos en su día.

Pues no. Es ahí donde está el error. Y te cuento por qué. Te recuerdo que las mujeres nacemos con todos los óvulos que vamos a tener a nuestra disposición durante toda nuestra vida fértil, que suele ser un millón aproximadamente. También sabemos que los 35 años es la edad en la que entramos en ‘terreno peligroso’. A esta edad, el 90% de los óvulos ya se ha perdido. Con el agravante de que los óvulos que hemos perdido eran mejores y conservaban mayor capacidad reproductora.

“¡¡Buff, Alicia!! ¡Y estamos hablando de ser madre a los 40!!”. Efectivamente, querida amiga. ¿Vas viendo por dónde va el título del post? Quédate con esta idea: a los 40, la caída es tan brusca que vamos ya en picado. No solo en reserva de óvulos, sino en calidad, y en posibilidades de quedarnos embarazadas. Que sí, que ya sé que me vas a decir que tu vecina ha sido madre con 42 años, que está tan pimpante y que ¡olé las noches sin dormir!, pero… desengáñate. No es ni lo mejor, ni lo habitual, ni lo más fácil.

Espero que, con todos estos datos, se te haya borrado de la cara esa expresión de ‘emoticono con sorpresa’. Es mucho mejor un óvulo congelado a los 33 años, que además conserva toda su calidad intacta, a empezar a jugar a la ruleta rusa a los 40 porque ‘lo natural siempre es lo mejor’ ¿De verdad crees eso?

“Vale, Alicia, me rindo. ¡Cambio mi cara de emoticono por el del pulgar hacia arriba!”.

Cómo saber si mis óvulos son válidos para preservarlos

¿Mis óvulos son válidos para preservarlos?

Después de conocer la historia de mi tía, he tomado la decisión de congelar mis óvulos y así preservar mi fertilidad para poder decidirme que momento usarlos, pero me surge la duda de cómo saber si mis óvulos son válidos para preservarlos.

Hay otra pregunta que ronda mi cabeza y es cómo puedo saber si mis óvulos son válidos para preservarlos. Después de conocer la historia de mis tíos María Luisa y Arturo, se me ha quedado la mosca detrás de la oreja y ya no quiero correr riesgos. Pero ahora me ha dado por pensar que, a ver si después de pasar por todo el tratamiento de estimulación ovárica para recuperar los óvulos y congelarlos, resulta que mis óvulos no valen, ¿cómo saberlo?

Pues parece ser que, de antemano no es fácil saberlo. Pero, lo que sí podemos saber de forma aproximada, son los óvulos que se podrían obtener y estimar las posibilidades de que esos óvulos sobrevivan a la vitrificación y desvitrificación. Esto pinta bien entonces y me da mayor seguridad porque así podremos valorar si merece la pena realizar la estimulación que necesitamos, recuperar los óvulos y congelarlos.

También me han dicho que una vez que tenemos los óvulos, se evalúan y solo se congelan los que alcanzan un grado de madurez necesario para vitrificarlos. Es decir, que lo que no te vas a encontrar nunca es la sorpresa de creer que tus óvulos reúnen todas las condiciones, los congelan así ‘por las buenas’ y luego vas a recuperarlos y resulta que no te sirven.

Saber esto creo es súper importante, es cierto que la ciencia está de nuestro lado. Nos está ayudando a dar ese paso de gigante que supone garantizar más posibilidades de ser madres y, además, serlo en el momento apropiado para nosotras, cada una con sus circunstancias. Pero me parece muy bien que tengamos siempre claro que ‘la ciencia no hace milagros’. Quiero decir que debemos aprovechar todas las bazas que tenemos, pero que no nos dejemos llevar por espejismos, ni falsas promesas de esas que te puedes encontrar por las redes sociales o simplemente en Google, de gente interesada que no te cuenta toda la verdad.

La vitrificación de óvulos es un paso de gigante de la ciencia. Me atrevería decir que aumenta nuestro potencial como mujeres y que nos ayuda a poder planificar nuestra vida y no tener que escoger o elegir. O que nos pase como a mi tía María Luisa, que por no conocer este avance se quedó sin la oportunidad de tener una familia, como ella quería. Pero precisamente porque es ciencia y es riguroso, tenemos que saber que hay otros condicionantes- como es la calidad de nuestros óvulos- que influyen en este proceso.

La diferencia entre un embarazo «natural» y uno con óvulos congelados

Y ahora... ¡El embarazo!

Cuando una mujer se queda embarazada con óvulos congelados y gracias a técnicas de reproducción asistida, tiene muchas dudas. En esta ocasión os quiero hablar de la diferencia entre un embarazo “natural” y uno con óvulos congelados a través de mi amiga Katy.

El otro día quedé con mi amiga Katy a la salida del trabajo. Hace tiempo que no nos vemos porque anda muy liada, entre otras cosas, porque tiene una niña, Alba, que tiene 5 añitos. Ya sabemos lo que es eso: ¡correr todo el día de un lado para otro! Pero Katy está feliz con ‘tanta carrera’. Ella tuvo a Alba gracias a que había congelado sus óvulos antes. Hacía tiempo que quería hablar con ella sobre su embarazo, y preguntarle la diferencia entre un embarazo “natural” y uno con óvulos congelados.

A Katy le diagnosticaron un tumor, así que antes de pasar por el tratamiento, tuvo tiempo para preservar sus óvulos. Hoy, disfruta de la vida y de su hija. Quedamos en el parque que hay debajo de su casa. Y mientras veíamos cómo jugaba Alba con otros niños, no pude contenerme. Le dije que sí, que ya sé cosas sobre el tema de la congelación de óvulos, pero no me había planteado la cuestión del embarazo. “Oye, Katy: ¿En qué se diferencia un embarazo natural de uno a partir de óvulos congelados?” A Katy se le puso cara de ‘emoticono sorprendido’ y luego de ‘emoticono muerto de risa’. “¿Qué pasa?, ¿Por qué te sorprendes y te ríes?”, le dije.

“A ver, Alicia, porque los 2 embarazos son ‘naturales’ como tú los llamas. No existe diferencia entre un embarazo con óvulos frescos y uno logrado con ovocitos congelados. Te lo confirmo yo, con mi experiencia, y un montón de publicaciones científicas que puedes encontrar en Internet”.

¡Es verdad! ¡Qué pregunta más tonta! Ahora, a la que se le puso cara de ‘emoticono tonto’ fue a mí. La cosa está en que, una vez recuperados los óvulos congelados para ser madre con ellos, hay que pasar por un proceso de reproducción asistida. Es decir, se descongelan lo óvulos, se inseminan con el semen de tu pareja o de algún donante y, una vez fecundados, se depositan los embriones en el útero. Las posibilidades de éxito están relacionadas con la edad de la mujer que congeló los óvulos. No de que los óvulos hayan sido previamente congelados.

“Mira, Alicia”, me dijo Katy. “Debes tener claro que la naturaleza nos ha puesto un tope a las mujeres para ser madres y que no tiene nada que ver con la vida que llevamos. Si tienes claro que en algún momento te gustaría tener hijos pero consideras que ahora no es tu momento, te recomiendo la vitrificación de tus óvulos. A mí me ha ofrecido la oportunidad de tener a Alba. Si no lo hubiera hecho, quizá tras el tratamiento contra el cáncer habría sido prácticamente imposible. El tratamiento me dio la vida… y la vida sin Alba ya no la concibo”.

Gracias a la ciencia ahora puedo elegir cuando ser madre

Porque yo elijo cuándo ser madre

Gracias a la ciencia ahora puedo elegir cuando ser madre sin estar pendiente del reloj biológico

Parece que las cosas están cambiando y gracias a la ciencia, ahora puedo elegir cuando ser madre. ¡Menos mal! Hace unos años, la congelación de óvulos solía ser la opción para aquellas mujeres que pasaban por tratamientos de quimio o radio. La preservación de óvulos les daba la posibilidad de ser madres en un futuro. Pero ahora, no solo se deciden por esta práctica las mujeres que atraviesan dichos procesos médicos, sino que es una elección que toman muchas mujeres que quieren ser madres en un momento posterior de su vida. La conservación de óvulos se ve de otra manera. La mirada de la sociedad ha cambiado.

Y yo creo que a todas nos parece estupendo. Es un sentimiento colectivo porque, al final, somos muchas las que creemos que se puede ser madre sin renunciar a todo lo demás. Si lo pensamos, ¿cuántas mujeres han tenido éxito profesional a costa de renunciar a la maternidad? Algo completamente injusto.

Sin embargo, el planteamiento está cambiando y cada vez conozco más casos a mi alrededor de chicas que han tomado las riendas de sus vidas y ya no esperan a verse en una edad comprometida. Es una suerte contar con la posibilidad de preservar nuestros óvulos en perfectas condiciones, sin molestias y con la tranquilidad de que puedes tratar de ser madre en el momento en el que tú lo desees.

Ya no tenemos por qué ser madres en una edad tardía. Ni vivir angustiadas con el tictac constante del reloj biológico. Ni esperar a tener la pareja ideal para tener un hijo. Ni mucho menos dejar de crecer profesionalmente. La ciencia nos lo pone más fácil y nosotras tenemos que aprovechar la oportunidad.

Como muchas otras mujeres, puedo vivir la vida que quiero sin renunciar a ser madre. Porque, ahora, sí que puedo decir: “Yo elijo cuándo ser madre”.

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